La sexualidad en los adultos mayores

 La ancianidad no es el fin, es solo otra etapa que ocupa casi un tercio de la línea vital y, por tanto, exige un adecuado aprendizaje.

 Aunque los adelantos tecnológicos propician mayor esperanza y calidad de vida, no siempre esas oportunidades se acompañan de los necesarios cambios de mentalidad a nivel individual y colectivo. Aún persisten burlas y rechazos respecto a la adultez mayor y sobre todo se ignoran sus necesidades sexuales y amorosas.

Tan complejo es el asunto que algunos optan por esperar a que desaparezcan espontáneamente y otros viven con angustia o culpabilidad porque sienten deseos y quisieran expresarlos.

 Pretender que el cuerpo sea el mismo genera frustraciones y lleva a conductas riesgosas cuando se sucumbe al mito de la eficiencia y la belleza como fundamentos de la excitación. Y no se trata solo del sexo desprotegido: también genera obsesión por las cirugías, las dietas o el uso de prendas y sustancias que comprometen la salud, sobre todo en quienes no vivieron la juventud con la mira puesta en su mañana y hoy padecen secuelas o enfermedades crónicas.

 SEXO EN LA TERCERA EDAD

 Con los años no siempre se pierde el interés o el atractivo sexual, más bien se transforman y adecuan al estado de salud física y mental, a la capacidad de controlar la ansiedad del amor y manejar situaciones nuevas.

  Son las laceraciones frecuentes a la autoestima y una pobre autoimagen las que llevan al cese de la actividad sexual y atentan contra el bienestar de los individuos, pues toda persona que viva su sexualidad con temor, culpa o en franca desventaja, también se convierte en blanco fácil de las infecciones de trasmisión sexual, ya que posiblemente no se sienta en capacidad de conciliar las condiciones para sostener una relación.

 Los programas de prevención y los estudios epidemiológicos concentran sus recursos en jóvenes, adolescentes, mujeres y homosexuales como grupos de mayor riesgo, lo cual es verdad, pero es preciso que esas acciones en pos de una sexualidad plena, saludable y enriquecedora llegue a todas las personas sexualmente activas y les enseñe a cuidar el hoy y el mañana, cualesquiera sean su edad, orientación y práctica sexual.

 LOS ABUELOS TAMBIEN SIENTEN

 No es inmoral disfrutar de la pareja de décadas, buscar una nueva o incluso explorar el autoerotismo como opción para el goce y la autoafirmación, siempre que sepas cómo cuidar tu cuerpo y tu espíritu de invasiones perniciosas.

 En esa misión, la familia debe saber acompañarles, poniendo en primer lugar los sentimientos y no los tabúes. Es el espacio educativo para que las nuevas generaciones paguen con atenciones y mimos a quienes les han dado todo, posponiendo a veces hasta su propio placer.

 Esa complicidad puede facilitar una actitud más comprensiva hacia las necesidades del resto de la familia. Es bueno fomentar una actitud de respeto hacia los derechos sexuales de las personas mayores y dejar claro que el riesgo no está en apasionarse, sino en tener sexo inseguro con una persona de quien se desconoce su condición serológica.

  Los nuevos matrimonios en viudas o divorciadas de la tercera edad no son bien vistos, así que muchas viven experiencias sexuales al margen del espacio seguro del hogar y no saben exigir protección ni compran preservativos porque el pudor las paraliza