Antiespañolismo en el teatro principeño: (Primera parte)

En urgentes y coléricas comunicaciones, el gobernador de Puerto Príncipe, Carmelo Martínez, informaba al capitán general de la isla, Jerónimo Valdés, acerca del “alboroto ocasionado por jóvenes” en el viejo caserón de la calle San Ramón, que los camagüeyanos llamaban coliseo o teatro y en ocasiones por su nombre El Fénix.
En las notas se hace referencia a “jóvenes atolondrados […] entre los que varios pertenecen a familias distinguidas, mal avenidas con el orden y la compostura” El hecho se produjo el sábado 11 de septiembre de 1841 durante la representación de Los prusianos en Lorena, y se repitió, en forma alarmante, el sábado 6 de noviembre cuando la Compañía Iglesias ponía en escena Rui Blas, anunciada como drama romántico en cinco actos “[…] último que hasta el presente ha escrito Víctor Hugo, traducido por José Robreño”.  Transcribimos, por su importancia, fragmentos del informe que el frenético gobernante refería a su superior:
Se han obstinado en contrariar mis disposiciones, que a pesar de ser idénticas a las de vuestra Excelencia, pues el Reglamento de Teatro que rige aquí es el mismo que se ha dictado para esa ciudad, tachan de despóticos y procuran mirarlos […] con una imprudencia, desafuero y osadía tan grande, que me ha sido necesario hacer un sacrificio terrible para no adoptar el temperamento violento que las circunstancias exigían en la noche de ayer. […] Mis primeros designios fueron hacer aprender a los alborotadores pero eran muchos, estaban diseminados por el patio y las lunetas, y estimé más prudente sufrir que exponerme a que padecieran los inocentes o se alterara la tranquilidad. […] Acabada la representación y despedido el concurso, he mandado cerrar el teatro y estimo que esta es la medida más prudente que puede adoptarse, pues aunque en su virtud quedan privados muchos que no han dado lugar, de una diversión honesta, serán mayores los disgustos que produzcan el seguir una causa contra tanto como son los comprometidos, o el tener que usar de la fuerza para re3primir iguales desordenes.
Conjeturamos, por no contar con más testimonios, ni conocer los nombres de algunos de los jóvenes asistentes a la función, que esta protesta masiva, teniendo en cuenta la puesta en escena de un “drama romántico”, por parte de jóvenes, tenía implicaciones políticas. Estimamos que la entraña antiespañola se desbordó aquella noche.
El alzamiento de Joaquín de Agüero en 1851, contó entre los comprometidos, con destacados intelectuales principeños. Francisco Agüero Duque Estrada, el Solitario íntimo amigo de Nápoles Fajardo, el Cucalambé y Antonio María Agüero, ambos poetas. Además Adolfo Germán Pierra y Agüero, quien fungió como secretario de Joaquín Agüero, conocido por su afición al teatro y las demás artes, educó a su hermana Martina, que se destacaría luego en la poesía, música y teatro. Pierra fue el que en la guerra Grande escribió para el teatro The Cuban patriots. No es de extrañar, que en El Fénix, recién inaugurado después de convertirlo en un teatro “decente”, se ocultaran armas bajo un palco, en complicidad con José Martí, el imprescindible comodín teatral, popular en el Príncipe como “Pepe el cordonero”, por su afición a los llamados “cordonazos de aguardiente” (Continuará)