Un estrechón de manos en La Habana

De nuevo se convierte la capital cubana en centro de noticias que recorren el mundo a la fantástica velocidad de estos tiempos: el presidente Santos y el máximo jefe  guerrillero de las FARC  se estrecharon las manos, luego de la firma de un compromiso que permitirá marchar de conjunto hacia el establecimiento de la paz definitiva y verdadera dentro de seis meses.

Y una vez más el protagonismo de la mayor de las Antillas, que supo aunar voluntades, coordinar esfuerzos y limar diferencias, para luego de años de arduas conversaciones, posibilitar el nuevo hito en la historia colombiana.

Comienza el conteo regresivo hacia el fin de uno de los más sangrientos conflictos en la historia de Nuestra América, que durante medio siglo enfrentó a hermanos y que ocasionó el caos y la violencia ilimitada en un país tan hermoso como rico.

Con ambas manos, el general de Ejército Raúl Castro, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba estrechó las diestras del mandatario y el jefe guerrillero,  para sellar como con broche de buena voluntad y concordia la terminación de una etapa oscura en la vida de ese pueblo generoso y sufrido, que tiene ahora  la posibilidad de construir un futuro cierto y luminoso.

Primero con la visita del Papa Francisco a Cuba, y luego con este acuerdo,  pareciera que el 2015 y más exactamente  septiembre, concentraran en cada página del calendario lo mejor del pensamiento y la acción de una raza, esa a la que pertenecen   los seres humanos dignos, quienes  solo aspiran  a dar y recibir  respeto y  consideración, lejos del dolor y la muerte.

Claras quedaron las intenciones de aplicar con rigor, pero con rectitud la justicia en esa nueva Colombia que construirán sus hijos en esta era de esperanza, con los cimientos de la verdad, el entendimiento y el amor.

Y para las futuras generaciones de latinoamericanos que leerán en los textos  de Historia las referencias al medio siglo que ensangrentó a ese país, un detalle: la primera página del libro de la paz se escribió en La Habana, Cuba, en el  mes de septiembre de 2015.

Muy poco antes, en Ecuador, Rafael Correa fue artífice y testigo de excepción de otro gesto  similar, cuando los presidentes Maduro y Santos signaron con un apretón de manos el comienzo de una ruta de estabilidad y concordia en la frontera.

Se concreta paso a paso, la idea que como una estrella lanzó Raúl al mundo: la América Latina, será una zona de paz.

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