Hogar Monseñor Adolfo: jardín de una vejez feliz

Camagüey- Casi cinco años y el Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo es una muestra del amor y el cuidado garantizado a la tercera edad. El centro camagüeyano acoge a sesenta y nueve ancianos entre 70 y 98 años de edad. La dedicación de los que laboran en la institución es el reflejo de las miradas tiernas, pícaras y llenas de momentos inolvidables de los abuelos residentes.

Sor Beatriz Gonzáles Chune, Directora del Hogar Monseñor Adolfo comenta: «Como una de las fundadoras del hogar vi crecer desde los cimientos un lugar donde a pesar de ser un espacio para última etapa de la vida no permite que sus viejitos dejen de soñar. Ser parte de cada logro, de cada momento de alegría por muy pequeña que sea es lo que más nos reconforta «.

Alrededor de cuarenta trabajadores integran la plantilla laboral del centro;  distribuidos por las diferentes áreas de administración, servicio y atención médica. La institución garantiza atención médica las 24 horas con médicos y varias enfermeras en los tres pisos del edificio, y reforzamiento de la fuerza sanitaria en dependencia de las particularidades de cada paciente.

Cabe señalar la consulta de estomatología y la asistencia de diferentes especialistas como psicólogos, psiquiatras, cardiólogos y clínicos que de forma intercalada visitan a los ancianos para las consultas, además del apoyo cercano del Hospital Amalia Simoni.

La atención médica es prioridad

Mariela Rosabal Gómez, doctora de asistencia narra algunas de sus experiencias: «Es difícil no cogerles cariño, incluso nos llaman mamá o nos ven como sus hijos, en cierta forma se convierten en niños pequeños, se vuelven parte de nosotros y ver como enferman y fallecen es lo más doloroso. Sin embargo cada uno nos deja con una mochila cargada de recuerdos y una lágrima entrecortada por los momentos que nos obsequiaron«.

Jennys Fuentes Céspedes, enfermera del Hogar enfatiza que el horario de los alimentos y las dietas son seguidos en coordinación con los especialistas, además, del maravilloso trabajo de las cocineras del centro que reciben la información de cada uno de los ancianos de forma individual para regular la azúcar, la sal y los condimentos en dependencia de cada patología.

Momento de la ejercitación física

Las dificultades también aparecen dentro del lugar, la situación energética, el combustible, la descomposición del sistema de elevadores y la plantilla incompleta de trabajadores; no obstante, en el Monseñor Adolfo se crecen ante los retos y avanzan por el cariño y dedicación a la tercera edad.

Por la parte de los protagonistas: los abuelos más de una carcajada y uno que otro amor ha nacido entre los pasillos del hogar demostrando que el sentimiento no entiende de edades ni limitaciones. Sor Beatriz acota que dos matrimonios han celebrado aquí. No creo que exista nada más hermoso en el mundo que ver a dos personas que se conozcan en esta etapa de la vida y se entreguen de la forma tan sana y tan cálida al amor , expresa emocionada Gonzáles Chune.

La diversión no queda de lado en los espacios de entretenimientos como la biblioteca, los juegos de dominó y la terapia ocupacional, en la cual realizan dinámicas que les permiten explorar diversas habilidades como la artesanía, el canto, la declamación o el baile.

Un día entre bromas y sonrisas de los más viejitos cambia completamente la percepción de la vejez, no son pocas las miradas que transmiten la pasión profunda de los más experimentados latidos. Entrar en cada locación del  Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo es volverse un tanto poeta, pintor, jugador y hasta escritor. Sin dudas, poder perderse entre la magia y el empeño del amor hacia los otros, en especial a los ancianos, hacen sostener la fe en la humanidad.

Por Maday Cala Tabarcia

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