Frente al gigante

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CARACAS.— El tiempo se detiene cuando se está frente al gigante. Cada rincón del emblemático Cuartel de la Montaña guarda celosamente un pedazo de la historia de la Revolución Bolivariana, y de su líder, Hugo Chávez.

Quiso el destino que la temprana muerte se llevara al joven arañero que llegó a ser presidente. Mas, en el lugar donde comenzó todo, descansa Chávez con la convicción de que, como dice el cantor Alí Primera, los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Cada día que pasa se hace mucho más fuerte esa convicción cuando cientos de personas de todo el mundo llegan hasta el cuartel a rendirle tributo.

Las banderas de los 33 países independientes de América Latina y el Caribe que ondean en el lugar son un ejemplo de la lucha incansable de Chávez por la unidad regional. A la entrada, el sarcófago con los restos mortales de ese gran hombre, enclavado en una flor que representa los cuatro elementos, y custodiado por la guardia de honor.

Antes de ser testigo del momento fundacional de la Revolución Bolivariana, el cuartel albergó la primera Academia castrense de Venezuela y la más grande de Latinoamérica, desde su apertura en 1910 hasta 1949. Para esa fecha, sirvió de sede del Ministerio de Defensa y en 1981 se convirtió en Museo Histórico Militar. Pasó a la historia como cuartel del 4F cuando el líder bolivariano pronunció su “por ahora” al asumir la autoría de la rebelión cívico-militar contra los desmanes del gobierno de Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero de 1992.

Los sucesos marcaron además los inicios de Chávez como una figura que se adentraba poco a poco en el escenario político y que transformaría para siempre la realidad venezolana. “El 4 de Febrero obedeció a un proyecto pensado, planificado durante años. Si no es por ese día nosotros no estuviéramos aquí”, así resumía el líder de la Revolución bolivariana la importancia de este “acontecimiento legitimado, incluso antes de ocurrir”, como él mismo lo calificó. Esas palabras resuenan mucho más fuerte a 22 años de pronunciadas, cuando el proyecto de inclusión social, político y económico iniciado ese día, alcanza ya los 15 años de existencia.

Cada vecino de la Parroquia 23 de Enero, en la colina en Caracas, donde se emplaza el Cuartel de la Montaña, representa la esperanza devuelta por la Revolución a los desplazados y omitidos por la historia. Para ellos, el lugar es el eterno regreso de su líder.

Es por ello que cada día, justo a las 4 y 25 de la tarde, hora en que falleció, las campanadas y las salvas de artillería, anuncian al mundo que la Revolución sigue su camino. Anuncian además, que el humilde llanero sigue arropado por el pueblo al cual se debió en vida.