Una mambisa admirable: Isabel Rubio Díaz

\"7772a1948fa15995a13df78549301cd7_L\"Hablar de Isabel Rubio es hablar de Pinar del Río. En la más occidental de las provincias cubanas nació el 8 de Julio de 1837 esta insigne patriota que en 1882 se incorporó a las actividades conspirativas contra el régimen español.

Cuando se preparaba la Guerra del 95 su casa se convirtió en el centro conspirativo más importante de la provincia pinareña. Se constituyó en un importante enlace entre los cubanos conspiradores de dentro y de fuera de Cuba.

En el campo insurrecto se dedicó a las labores de sanidad. En Guane, pueblo que hoy lleva su nombre, organizó un hospital de sangre el cual fue visitado por el General Maceo el 20 de enero de 1896, día en que le confirió el grado de capitana.

El mismo día del comienzo de la guerra, o sea el 24 de febrero de 1895, su hijo Modesto y el canario Antonio Ríos, partidario incondicional de la independencia de Cuba, son detenidos por las autoridades españolas por sospechas de conspiración, aunque poco después son puestos en libertad por falta de pruebas; cuando ambos regresaron al hogar tras haber sido liberados, Isabel los llamó para decirles en tono firme y autoritario: \»Muéranse antes de volver a dejarse apresar\».

No tardaron Modesto, Antonio, su nieto César y su propio esposo en coger el camino de la manigua redentora. Isabel no se quedó atrás a pesar de los ruegos familiares que le sugerían el camino del exilio teniendo en cuenta sus 58 años de edad; a todos contestaba: \»Necesito practicar lo que propagué\».

En su familia se cuentan muchos médicos, incluyendo a su padre Enrique, a su hermano Antonio y a su hijo Modesto Gómez Rubio, que llegó a Coronel del Ejército Libertador y médico del Estado Mayor del General Antonio Maceo. Por ello no resultaría extraño que fundara un hospital ambulante en las cercanías de Catalina de Guane, hacia donde había tenido que trasladarse el 21 de Febrero de 1896 al ser incendiado su pueblo natal. En su hospital era auxiliada por un grupo de mujeres que ella misma había entrenado.

Desde este lugar inicia un traslado peligroso y agotador de 150 Km. hacia el Este de la provincia. El 12 de febrero de 1898 llegaron a El Seborucal, lugar intrincado cerca de los Palacios y propicio para instalar su hospital de sangre, a pesar de lo cual es descubierto por una compañía del ejército regular español a la que acompañaba una guerrilla de apátridas de San Diego. Ante la sorpresa de la fuerza enemiga, Isabel corrió hacia la angosta entrada y la bloqueó con su cuerpo mientras gritaba: \»No tiren que somos mujeres, niños y enfermos\», pero recibió como respuesta una descarga de fusilería que le destrozó una pierna.

Isabel no fue rematada gracias a la rápida intervención de su compañera de armas Petra Ríos quien la recogió del suelo y la protegió con su cuerpo. Hecha prisionera por aquellos malvados, la hicieron caminar hasta San Diego de los Baños, donde le hicieron una simple cura y la remitieron al hospital de San Isidro en la cabecera provincial, prohibiéndosele ser atendida por su hermano, el experto médico Antonio Rubio, que radicaba en esta ciudad.

Tres días después de ser apresada o sea, el 15 de febrero de 1898, al atardecer, moría la egregia pinareña, víctima de una fulminante gangrena, rodeada de unos pocos familiares que fueron autorizados a estar a su lado. Tenía al fallecer 60 años.