Sangre que une: la solidaridad detrás de la donación

A lo largo de la vida vemos la sangre como algo tan común y natural, y por tanto, pasa un poco desapercibido su valor. Pero, entonces cuando por accidentes, cirugías, tratamientos médicos o enfermedades crónicas es necesaria una donación de la misma caemos en cuenta que es un elemento de incalculable cuantía.

La transfusión sanguínea es un procedimiento médico, mediante el cual se transfiere sangre de una persona a otra para reponer los componentes sanguíneos que disminuyen por causa de una cirugía, lesión, trastorno hemorrágico o enfermedad (cáncer, hemofilia, diabetes, entre otros).

Desde la antigüedad distintos pueblos y culturas han atribuido a la sangre innumerables propiedades, al considerarla como un elemento vital y mágico. Durante siglos fueron aceptados
los benéficos y milagrosos efectos de la sangría. Los egipcios, por ejemplo,  la practicaban, así como los babilonios, hindúes, chinos y aztecas y otros pueblos amerindios.

El descubrimiento de la circulación de la sangre, representó un paso importante para que se comenzase a atribuir a la sangre su verdadero papel en la fisiología del organismo.

La primera transfusión a un humano documentada es la realizada en 1667 por el francés JEAN BAPTISTE DENIS, filósofo y matemático de Montpellier y médico de Luis XIV; transfunde “sangre suave y loable de animal, menos contaminada de vicios y pasiones”, y que logra transmitir las características de los seres donantes. El resultado fue fatal, intervino la justicia prohibiendo dichas prácticas; esto ocasionó el abandono de su práctica hasta el siglo XIX, pero no los estudios experimentales.

No existe acuerdo entre los autores respecto al ejecutor de la primera transfusión de vena a vena, creyendo incluso que pudo ser obra de autores que no publicaron los resultados, sin embargo el obstetra James Blundell, es a quien se le atribuye la primera transfusión con sangre humana en 1818, en mujeres con hemorragias postparto.

El resurgimiento de la transfusión se produce propiamente en el siglo XIX, gracias a los avances experimentados en los siglos anteriores (descubrimiento de las plaquetas, clasificación de los leucocitos, descripción de la hemoglobina, etc.)

Los avances inmunológicos del siglo XIX permitieron que el médico austríaco Karl Landsteiner realizara el descubrimiento de los tres tipos distintos de hematíes, los grupos A, B y 0. Posteriormente Jansky y Moss añadirán el tipo AB, completando lo que hoy conocemos como el “sistema de grupos ABO”, que permite la incorporación de la transfusión sanguínea a la práctica médica habitual.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la transfusión de sangre fue utilizada a gran escala para tratar a soldados heridos y llegó a ser bien conocida como procedimiento de la salvación de vidas.

En la actualidad, la importancia de los donantes de sangre se ha vuelto aún más relevante debido a la pandemia de COVID-19, que ha afectado la disponibilidad de unidades de sangre en muchos países. son individuos altruistas que donan su sangre de forma voluntaria y regular, sin esperar nada a cambio más que la satisfacción de ayudar a quienes lo necesitan. A pesar de la importancia de su contribución, muchas veces su labor pasa desapercibida y no se les reconoce el mérito que merecen.

Cualquier persona sana y mayor de edad puede convertirse en donante de sangre, y con una sola donación se pueden salvar hasta tres vidas. Las personas  donan una pequeña cantidad de su sangre para ser utilizada en transfusiones de sangre. Los donantes suelen donar 1 pinta (alrededor de 450 mililitros, aproximadamente menos de 1/10 de la cantidad total de sangre del cuerpo). A menudo se separan diferentes componentes de la sangre, y se administran a diferentes personas. El proceso varía un poco dependiendo del tipo de donación.  La donación de sangre en sí toma menos de 15 minutos. Las donaciones de plaquetas, plasma o de glóbulos rojos pueden tomar entre 80 y 120 minutos.

Los donantes de sangre deben tener al menos 17 años de edad (16 en algunos lugares con el consentimiento de un progenitor o un tutor) y pesar al menos 110 libras (50 kg). Además, deben gozar de buena salud. Se les mide el pulso, la presión arterial y la temperatura, y se examina una muestra de sangre para comprobar que no presentan un recuento sanguíneo bajo (anemia). Se hace una serie de preguntas sobre su salud y los factores que puedan afectarla, y sobre los países que han visitado.

Los factores típicos de descarte son aquellos que podrían hacer que la donación supusiese un peligro para el donante, o que existiese el riesgo de transmisión de una enfermedad para el receptor. De manera general no se puede donar cuando se tiene gripe, dolor de garganta, úlceras bucales, infección gástrica o cualquier otra infección. Tampoco después de haberse tatuado o hecho un piercing se puede donar hasta pasado los 6 meses.

Las transfusiones de sangre pueden transmitir organismos infecciosos que se encuentran en la sangre del donante. Por este motivo, las autoridades sanitarias han restringido la selección del donante y han exigido que las pruebas que se practican sobre la sangre donada sean completas. Así, en todas las donaciones de sangre se realizan pruebas para detectar los microorganismos que producen las hepatitis víricas, el sida, otras trastornos infecciosos (como el virus del Oeste del Nilo y la sífilis). A veces se analiza la sangre para detectar otras infecciones (como babesiosis y enfermedad de Chagas).

El grupo sanguíneo O negativo es considerado el donante universal, ya que su sangre se puede administrar a personas de cualquier tipo sanguíneo en situaciones de emergencia.

La donación de sangre es segura. Se utilizan equipos nuevos, estériles y desechables para cada donante, por lo que no hay riesgos de tener una infección de trasmisión hemática al donar sangre.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) América Latina y el Caribe dependen en gran medida de la donación de sangre voluntaria y no remunerada para gratantizar un suministro eficiente de sangre y componentes sanguíneos.

En Cuba, el sistema de donación de sangre está organizado y gestionado por el Instituto de Hematología e Inmunología (IHI). La donación de sangre en Cuba es voluntaria y altruista, y se lleva a cabo en centros de salud y hospitales en todo el país.

 Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) Cuba aporta 400 000 donaciones voluntarias anualmente, lo que demuestra el humanismo de esas personas y ofrece, además, una respuesta a las necesidades de las instituciones hospitalarias y a la producción de medicamentos.

El Programa Nacional de Sangre posee 46 Bancos, de ellos 15 provinciales, 31 municipales y 168 centros de extracción de sangre

La tecnología médica ha avanzado mucho, sin embargo,  la sangre todavía no se puede sintetizar en un laboratorio ni se ha logrado encontrar un sustituto artificial . Por lo tanto, la donación de sangre sigue siendo un acto fundamental para salvar vidas y garantizar la salud de quienes más lo necesitan.Aproximadamente cada dos segundos, alguien en el mundo necesita una transfusión de sangre. La donación de sangre es un acto generoso que salva vidas y mejora la salud de quienes la reciben.

 

 

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