Hace 150 años, fuerzas colonialistas españolas sorprenden y apresan al independentista camagüeyano Julio Sanguily. El Mayor General Ignacio Agramonte fue a su rescate al frente de 35 mambises.
Describen historiadores que Agramonte, en la mayor hazaña del cuerpo de caballería, desenvainó el machete y arengó: “¡Compañeros, en aquella columna enemiga va preso el General Sanguily y hay que rescatarlo vivo o muerto, o quedar todos en la demanda!”.
Marchaba lento el escuadrón riflero:
ciento veinte soldados de la España
que llevaban, cual prueba de su saña,
a Sanguily, baldado y prisionero.
Y en un grupo forjado por Hornero,
treinta y cinco elegidos de la hazaña,
alumbraron el valle y la montaña
al resplandor fulmíneo del acero.
Alzóse un yaguarama reluciente,
se oyó un grito de mando prepotente
y un semidiós, formado en el combate,
ordenando una carga de locura,
marchó con sus leones al rescate
¡y se llevó al cautivo en la montura!

