Irma convertida en experiencia

Irma puede ser la vecina, la progenitora o quizás la amiga inolvidable de la infancia; pero para los cubanos, por estos días, resultó una pesadilla convertida en realidad que no trae esos gratos recuerdos.

Los árboles, las edificaciones y hasta la vida sufrieron los embates de este poderoso huracán que no vino precisamente a visitarnos con ánimos de amistad; sino a recordarnos que nuestro planeta nos está devolviendo, con tristeza pero sin remedio, las mismas acciones negativas que hacia él hacemos: contaminación y abuso de la naturaleza; convertida en eventos meteorológicos cada vez más potentes y agresivos frutos del cambio climático y el calentamiento global provocados por el mismo hombre.

Desde los primeros momentos en que se informó la trayectoria del huracán Irma, en todo el país, y en la provincia se realizaron las acciones preventivas correspondientes a momentos de este tipo. Los trabajadores de la Oficina del Historiador de la Ciudad pusieron a resguardo cada una de sus direcciones y con ellas sus bienes; y para el momento recuperativo en que todavía se vive se labora cual abejas incansables con el objetivo que todo vuelva a la normalidad en el menor tiempo posible con un objetivo único: salvaguardar el patrimonio.

De los malos momentos siempre se aprenden lecciones positivas, ahora costará tiempo y empeño para volver a ver reverdecer a una ciudad que se enorgullece por contar con el parque urbano más extenso de Cuba: nuestro Casino Campestre, y que solo recuerda sus frondosos árboles por las historias que a sus alrededor tejen los pobladores que con tristeza observan las ramas despeinadas o los troncos raídos por el viento.

Irma quedará en el recuerdo, como un triste episodio que nos hizo mucho daño, pero nos brindó la experiencia para seguir trabajando por preservar: la vida, los bienes y pensar muy bien nuestras acciones para con el planeta en que vivimos. (Por Sheila Barros Fals / Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey)