¿Será ilimitada la paciencia de los contribuyentes en USA?

Nadie ignora que la nación más poderosa del orbe (por cierto, un ¨cartelito¨ que ya está en picada libre), los Estados Unidos de Norteamérica, a pesar de su apariencia de panacea universal creada por los súper medios, está cada vez más en deuda con sus propios ciudadanos.

Así, día tras día, aparecen informaciones de recortes en tal o cual esfera  y las protestas se mantienen a la orden del día, exacerbadas, por su fuera poco, por la actuación a lo Ku Klux Klan de policías blancos que, sin pensarlo dos veces, disparan a matar contra cualquier afroamericano que transite de noche por la calle.

Pero no contentos con la candente situación que presenta desde el punto de vista político el país, los grandes pensadores de Washington continúan con lo que podríamos llamar un ¨macro-desembolso¨ en la última versión de su cruzada antiterrorista, esta vez contra el llamado Estado Islámico.

Resulta que los pobres ciudadanos estadounidenses, esos mismos que ven disminuir los fondos estatales destinados a salud, educación y otras prestaciones, observan atónitos como ríos de dólares encaminan sus cauces hacia el financiamiento de acciones bélicas.

Dicho de manera más directa: el presupuesto militar del año que concluye en la nación del norte excede cinco veces a lo destinado a los dos sectores mencionados.

Fuentes del propio Pentágono dan a conocer que la campaña contra los yijadistas demanda del bolsillo de los norteamericanos (incluso los que andan a pie y esperan por mejoras en la situación de la vivienda y en las opciones de empleo) unos 1 500 millones de dólares cada mes.

Si se compara esa cifra astronómica con los MIL millones  que solicitó la ONU para enfrentar la epidemia de Ebola que sacude a varios países africanos y constituye un grave peligro para la humanidad, las cuentas quedan bien claras.

A propósito de números y dólares, del total demandado por los organismos internacionales de salud, solo se ha materializado alrededor de la tercera parte.

Resulta difícil entonces entender como pueden hablar de Paz,  Derechos Humanos y Oportunidades los señores de la Casa Blanca y sus alrededores, esos que deciden a dónde y cuándo enviar misiles y drones para salvar la ¨democracia¨.

Con una mínima parte de esos desembolsos multi millonarios, los sesudos del Salón Oval podrían garantizar, no solo las casi cinco mil camas que se necesitan en África para atender enfermos de Ebola, sino también  erradicar la desnutrición  endémica y otras enfermedades, que constituyen flagelos en países pobres que han visto partir siglo tras siglo sus riquezas hacia los bolsillos ajenos.

Y por cierto, podrían  pensar por un momento en esos ciudadanos nacidos y criados en los Estados Unidos, y que hoy se tapan con periódicos para evitar los rigores del invierno mientras tratan de ahogar la tos y el hambre… a propósito, muchos de ellos cumplieron misiones como soldados del Tío Sam, algo que allá arriba, en la cúpula, parece olvidado.