Yuniesi, una camagüeyana que ama el magisterio

Una historia puede ser contada de muchas maneras y hay personas con las que indudablemente siempre es bueno conversar.

A Yuniesi Mantecón la conocí en medio de una cobertura periodística para televisión sobre el período de escuela al campo. Los alumnos de octavo grado de la Secundaria Básica “Jesús Menéndez” que ella dirige, por estos días colaboran en las tareas agrícolas de la Unidad Básica de Producción Cooperativa “Osvaldo Galindo” del municipio Guáimaro, vinculando el estudio con el trabajo como parte de su formación integral.

Yuniesi es una joven de 32 años, afable y buena conversadora, culta y con algo de la sabiduría que da el campo con su gente sincera. Los que la conocen dan fe de que desde las 6 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde permanece en la escuela rural de la comunidad Siboney, en el municipio camagüeyano de Sibanicú. Licenciada en Español Literatura es desde 2012 Máster en Ciencias de la Educación, además de tener un hijo de 4 años que requiere de sus atenciones.

¿Cómo llevar el trabajo junto a las tareas de esposa y madre?

Imagínate es bien complicado. Puedo lograrlo gracias al apoyo de mi familia, en especial gracias a mi esposo que es un gran compañero y a mi abuela que se ocupa del pequeño durante todo el día mientras trabajo. Hace siete años que dirijo esta secundaria básica en Siboney. Es una responsabilidad importante, pero amo educar.

¿Se te ha hecho difícil dirigir?

Para dirigir lo primero que hay que tener es responsabilidad y ejemplaridad ante el colectivo de trabajo. Para poder exigir hay que ser ejemplo ante los demás. Creo que creer en los jóvenes y confiar en ellos es necesario siempre, en la juventud está el progreso. En mi escuela motivamos mucho a los recién graduados. Reciben una atención diferenciada desde la preparación metodológica y en las tareas que les son asignadas. Por lo demás, me ha ido bien como directora y aunque sigo impartiendo clases, creo que dirigir me ha aportado mucho.

¿Qué es el magisterio para ti?

Me gusta. Me gusta enseñar, ayudar, apoyar. Los niños en ocasiones tienen dificultades no solo en la parte instructiva, también en la educativa desde el hogar. En Esa última arista me gusta mucho colaborar, a veces lloro con ellos y en la mayoría de los casos río con ellos. Cuando veo que van evolucionando y perfeccionado el aprendizaje, sus normas de comportamiento y valores, me siento realmente satisfecha.

El tiempo pasó volando mientras conversábamos y al verla rodeada de sus muchachos me alegré de tener la oportunidad de conocerles: gente de campo instruida, sincera y laboriosa.