Los recuerdos de una niñez

La niñez es considerada por muchos la mejor etapa de sus vidas. Cero preocupaciones, cero responsabilidades, juegos inofensivos y fines de semanas en el parque con mamá o papá.

Para algunos es una etapa olvidada, donde solo quedan recuerdos aislados, flashazos de momentos que ni siquiera están seguros que sucedieron.

Para otros es una pesadilla difícil de olvidar: maltratos, desamor, inestabilidad en el hogar y quien sabe cuántas cosas más. La ruleta de la fortuna se puede asemejar en ocasiones a la misma vida y es que un simple acontecimiento puede cambiar la vida de un niño o una niña.

Una vez que se engendra una vida, se es responsable de un ser que no se podrá valer por sí mismo hasta que sea mayor. La responsabilidad de tener un hogar seguro es de los padres, no de un abuelo, de un tío o un pariente cercano. La calidez y el amor familiar contribuyen en gran medida a que esta etapa no sea en el futuro un simple flashazo; que sea algo más es encargo de todos los que lo rodean.

Cuando crecemos y nos da nostalgia el pasado, miramos en retrospectiva y hacemos los cuentos de la primaria y siempre viene a la mente el pobre Juan,  ese que con su uniforme estrujadito, mal lavado, retraído en clases, intranquilo, poco aplicado, el que nunca forraba las libretas porque no tenía quien lo hiciera por él, ese que sin desayuno y muchas veces sin merienda hacía que aun siendo pequeños se nos partiera el alma y compartiéramos con él algo más que la merienda. En casi todos los cuentos de infancia va a existir un Juan o tal vez para ti un Pedro o un Enrique.

Aunque estos no son los casos que más se repiten en nuestro país, es necesario desaparecerlo para que no formen parte de la historia de nadie. Por mucho apoyo que el estado cubano brinda a estas familias, son ellos los protagonistas y los principales responsables.

Sería ideal que empezaran a desaparecer de esos cuentos ese tipo de personajes. La planificación familiar es algo que no todos tienen en cuenta en el momento de tener un bebé. Un porciento bien elevado llegan al mundo por una relación desprotegida y nada programada. Los embarazos en edades tempranas, las carencias materiales y los hogares inestables afectan el futuro del ser que no pidió que lo trajeran al mundo. Velar porque sus hijos tengan una infancia feliz es la razón de ser todo padre. En nuestras manos está el ayudarles a construir los recuerdos del mañana.