Nuestros muertos no cayeron en vano.

“Estoy estos días con mis muertos en la cabeza” Fue la respuesta a la pregunta que susurraba mi esposa mientras me alcanzaba la tacita de café matutina. Ella sabe.

(Flash back; Recuerdos de una crónica) 1976. Cuba. Media mañana. Día de Reyes. En la tienda de lona de la compañía de exploración, el joven F. me daba la bienvenida, con una sonrisa y el peculiar hablar de los orientales. “Mire compay vamos a buscar sus cosas…No creo que vayas a dormir más de una noche aquí… Nos vamos en el primer grupo”. En el puerto, montamos en barcos diferentes.

Angola. Atardecer. Con un par de días de ventaja en el desembarco, estuve en el “comité de recepción” a la columna de vehículos blindados y camiones. Reencuentro a los exploradores. Partida a las misiones. La compañía distribuyó sus fuerzas entre dos columnas. Ocasionalmente, teníamos noticias mutuas.

Menongue. Casi tres meses después, en el puesto de mando, me ordenan que vaya al hospital. Traen muerto a F. Un soldado con la camisa verde olivo, manchada de sangre y fango, atropelladamente explica: “…la bala le arrancó el corazón…toma la chapilla…un tanque PT fue a pasar el vado del río y desde la otra orilla le tiraron un cohete y se incendió…F. estaba en el BTR y se lanzó corriendo para abrir la torreta…Arriesgó su vida para sacar a los tanquistas…desde dentro le dijeron que se fuera…ellos iban a salir…los tres tenían quemaduras…que se fuera que una ametralladora cincuenta estaba tirando… F. se viró para regresar a nuestro lado…la bala le entró por la espalda…Nuestros tanques, todo el mundo, tiramos contra la emboscada…” Lamento no haber estado junto a los iracundos. Nuestro joven héroe parecía dormido. Volví a estremecerme luego de la descarga de fusilería en la sencilla ceremonia del grupo de exploración. Para el combatiente internacionalista era muy fina la línea fronteriza entre la vida y la muerte.

(Forward. Trabajo a distancia desde mi casa) 7 / 12/ 2020. Temprano en la mañana. Reviso las redes sociales: de toda Cuba los internautas, páginas en Internet, medios de prensa escrita, radial y televisiva rememoran el 124 aniversario de la caída en combate del Lugar Teniente General  Antonio Maceo y Grajales, el “Titán de bronce” y su ayudante Panchito Gómez Toro y, además, los 31 años del regreso a la Patria de los más de dos mil combatientes cubanos muertos en misiones internacionalistas en África.

La memoria histórica coincide en estos días con nuevos desafíos a los jóvenes, a los cubanos de todas las edades. En múltiples escenarios se alzan, bien fuerte y claro, las voces en una batalla de ideas contra vendepatrias que pretenden confundirnos en una creciente campaña desestabilizadora contra Cuba, manipuladas desde los Estados Unidos y grupúsculos contrarrevolucionarios.

Nuestros muertos no cayeron en vano.