Ni las madres lloraron, ni los hombres vacilaron en Guáimaro

«Todo mi ser se conmueve al recuerdo de aquella noche, noche terrible en que se oía por todas partes sino el rumor de las llamas y el ruido que producían los techos y puertas al caer para ser devorados por las llamas”: Ana Betancourt, testigo presencial, describe la manera que los españoles encontraron la Cuna de la Constitución y la República Cubana.

El 5 de mayo,  mientras el gobierno tenía todavía su sede en Guáimaro, el General Ángel del Castillo, tomó e incendió San Miguel  que había quedado protegido  con una buena guarnición dejada por Valmaseda  a su  paso por el pueblo, cuando se dirigía a Bayamo.

Las autoridades españolas no podían permitir  que en la Villa de Guáimaro, a escasas leguas de Puerto Príncipe, estuviera establecido el Gobierno de la República de Cuba en Armas actuando libremente ante esta situación,  desde la capital Jurisdiccional  se preparó un fuerte contingente armado, con el propósito de arrebatarle a los mambises la sede del Gobierno.

Informado del avance de esa gran fuerza, Manuel de Quesada General en Jefe del Ejército Libertador, envió una comunicación al Comandante de Armas de Guáimaro Don José Manuel de la Torre para que no permitiera a los españoles ocupar el pueblo.

Los moradores de la Villa de Guáimaro decidieron el 10 de mayo destruirlo mediante el fuego antes que entregarlo al enemigo.  Con el incendio y destrucción de Guáimaro, el perímetro urbano quedó en ruinas y sus habitantes dispersos, poco a poco los españoles convertirían el perímetro del pueblo en un campamento militar.

Según destacan los historiadores Guáimaro estaba en poder de las fuerzas insurrectas desde el cuatro de noviembre del año anterior, cuando un grupo de  pobladores desalojó a  la guarnición peninsular en la localidad y la proclamó territorio libre.

Buscar - F en Radio Rebelde.Pero su notoriedad llegaría en abril de 1869. A esa localidad llegó la flor y nata de la rebeldía mambisa: Carlos Manuel de Céspedes, el iniciador de la guerra; Ignacio Agramonte, Antonio Zambrana, Vicente Aguilera, Salvador Cisneros y otros representantes de la isla insurrecta, y junto a ellos oficiales y tropa del Ejército Libertador.

El 10 comenzaron las sesiones de la Asamblea Constituyente y el 12 se proclamó la primera Carta Magna de Cuba y se anunció que Céspedes sería el Presidente de la República en Armas, se conformó la Cámara de Representantes y Manuel de Quesada fue escogido como jefe militar de la Revolución.

Por todas estas razones,  Guáimaro había pasado a un primer plano y los partidarios peninsulares exigían con fuerza que las autoridades coloniales desalojaran a los independentistas de esa localidad, convertida en símbolo de la rebelión.