Del Camagüey lo mejor…

 

En la complicidad de los preparativos para el reinicio de la lucha contra el colonialismo español en el año, José Martí Pérez destacó en uno de sus elogios a los camagüeyanos “Que la Patria reciba siempre del Camagüey lo mejor y con todo empuje”.

Aunque parezca una paradoja, sin haber estado nunca en estas llanuras de la región oriental de la Isla o en la longeva Villa de Santa María del Puerto del Príncipe (Hoy Camagüey) la vasta obra martiana aborda desde costumbres y hospitalidad de los lugareños hasta las menciones a más de un centenar de independentistas camagüeyanos, que habían resistido los rigores de diez años de lucha insurreccional (Guerra de los Diez Años, 1868-1878) y estaban dispuestos, nuevamente, a esgrimir el machete mambí.

En una investigación realizada por el Doctor en Ciencias y en Ciencias Filológicas y Miembro Correspondiente de la Academia Cubana de la Lengua, Luis Álvarez Álvarez, y el historiador Gustavo Sed Nieves (fallecido) se afirma que Martí siempre estuvo muy vinculado a los habitantes de la región.

Los estudiosos citan la referencia martiana a Puerto Príncipe, el 28 de enero de 1893:

« ¡Ése sí es pueblo, el Camagüey! El sábado vienen todos, como un florín, a la ciudad, al baile y al concierto, y a ver a sus novias; y hay música y canto, y es liceo el pueblo entero, y la ciudad como una capital: ¡el lunes, a caballo todo el mundo, con el lazo a las ancas, a hacer quesos! Así, admirado, decía ayer un criollo que viene de por allá, y sabe, por esta y otras raíces, que no todo es en Cuba papel sellado y mármol de escalera, hecho a que escriban en él y a que pisen en él; ¡sino tronco de árbol, y mozos que pueden partir un rifle contra la rodilla!»

Sobre todas sus reflexiones en torno a nuestro pueblo, resaltan las valoraciones en torno al insigne patriota Ignacio Agramonte: “Sin más ciencia militar que su genio, organiza la caballería, rehace el Camagüey, mantiene en los bosques talleres de guerra, combina y dirige ataques victoriosos”…En el sentido de la reorganización de la lucha insurrecta puede apreciarse la frase: “De Ignacio Agramonte, todo es nuestro: su abnegación nos guía, su carácter nos honra.”

 

También Martí valoró de Agramonte (1841- 1873), Mayor General del Ejército Libertador cubano conocido como El Mayor, su sentido de la ética: “¿Y aquel del Camagüey, aquel diamante con alma de beso? Era como si por donde los hombres tienen corazón, tuviera el estrella”.

 Martí afianzaba en su proyecto libertador la decisiva participación de los camagüeyanos. En marzo de l894, un año antes de la nueva clarinada mambisa escribe a Máximo Gómez

« […] ni al Camagüey ni a ninguna otra comarca, pero sobre todo al Camagüey, la dejaremos de la mano: hombre por hombre se sentirán agasajados, llamados, suavemente empujados, sin que en detalle alguno, ni siquiera en el de la forma que quieran dar a su organización local, puedan creerse víctimas de la menor intrusión directa o indirecta: –fío mucho, en las cosas de los pueblos, –y sólo en eso fío, –en la justicia natural del hombre, tratado con cariño y con respeto.»

El Premio Nacional de Literatura Luis Álvarez, afirmó que «Los camagüeyanos que Martí retrata son seres humanos dotados de excepcional altura moral, capaces de sacrificio, ajenos a la mentira, entregados a la obra magna de construir una patria libre del sojuzgamiento colonial y de las cegueras caudillistas».

Con esa emoción,  el Héroe nacional de Cuba se refirió en sus crónicas al poblado de  Guáimaro que entró a la gloria y el sacrificio de la Patria, como cuna de la Primera Constitución en Armas, el 10 de abril de 1869.

« […] Estaba Guáimaro más que nunca hermosa. Era el pueblo señorial como familia en fiesta. Venían el Oriente, y el Centro, y las Villas al abrazo de los fundadores».

El 10 de mayo, cuando se decidió, al igual que en Bayamo, quemar el pueblo entero antes de entregar a las tropas enemigas. Martí rememora ese acontecimiento: «Ni las madres lloraron, ni los hombres vacilaron, ni el flojo corazón se puso a ver cómo caían aquellos cedros y caobas […] Y en la tierra escondió una mano buena el acta de la Constitución ¡Es necesario ir a buscarla!».

Muchas hechos destacan el amor de Martí por el legendario Camagüey. El destacado intelectual Luis Álvarez señala en un reciente artículo en ADELANTE:

« En su modesta oficina de Nueva York, Martí tenía un solo objeto evocador de Cuba, y era una granada, sin explotar, que había sido arrojada al campamento de Ignacio Agramonte, así como un poco de tierra camagüeyana. Júzguese por este dato qué significaba nuestra región para el prócer.»

Cuando llega otro nuevo aniversario del natalicio, el 168, del más universal de todos los cubanos, José Martí y Pérez, los camagüeyanos evocamos el legado de su inspirador patriotismo, principios éticos que son la base de la Revolución cubana en nuestros tiempos y las ideas inspiran la libertad y progreso en un mundo mejor.