Amores que trascienden

En el centenario de la muerte de Amalia Simoni, la digna esposa del Mayor General mambí Ignacio Agramonte, anima recordar las cartas cargada de amor entre los jóvenes principeños, sentimientos patrióticos y los hijos.

El archivo del Museo Provincial de Camagüey conserva parte de la  correspondencia entre Ignacio y Amalia, legado histórico donde entre su amoroso intercambio se aprecia la manera de pensar y actuar del más ilustre de los camagüeyanos.

 Las cartas proponen también el disfrute espiritual, por la     autenticidad de los sentimientos expresados en ellas, que  ofrece la certeza de que lo bueno, y lo noble, es siempre creíble y hasta imperecedero.

 En el verano de 1866 se inicia el noviazgo de la belleza y personalidad de la joven que deslumbraron al novel abogado, de cuerpo arrogante y postura altiva, negros ojos, profusa mata de cabellos y gentil figura, como describe la poetiza Aurelia Castillo. 

 Una cultura exquisita, cantaba con deliciosa voz, tocaba el piano a la perfección, hablaba varios idiomas; cualidades estas que sedujeron a Ignacio, quien grabó para siempre la imagen de Amalia.

 Inicia la pareja un noviazgo idílico que se conservó en el tiempo, mediante un extenso epistolario, en el que junto a las frases más hermosas y los eternos temas de enamorados, había referencia a los estudios, al trabajo, la familia, política y por encima de todo, mucho amor.

 El tema de la Patria preocupaba a ambos y es Amalia,  quien primero lo aborda al escribirle tu deber antes que mi felicidad es mi gusto, Ignacio mío y cómo no amarte si eres tan grande, si tan elevado es tu corazón

 A ello responde Ignacio Sí, Amalia, me siento arrastrado hacia ti porque se ama lo bueno y se adora lo bello, sin   embargo, te aseguro que vacilaría si alguna vez encontrara tu felicidad y mi deber frente a frente; creo que ya te lo dije, ojalá nunca se encuentren.