¿Gobiernos suicidas?

La historia recoge un número incontable de ejemplos de personas que, en medio de conflictos armados,
ante ejércitos de ocupación, se inmolaron con el objetivo de causar el mayor daño posible al enemigo.

Y los japoneses han dado en llamar a estos extremos de entrega a la lucha ¨kamikazes¨, con una compleja filosofía de no fallar, aún a riesgo de la propia existencia, como hicieron cientos de pilotos de combate del imperio nipón durante la Segunda Guerra Mundial, quienes al quedarse sin proyectiles estrellaban sus aviones contra los objetivos.

De igual forma muchos suicidas de ese ejército se introducían en mini submarinos, especie de torpedos con los que se inmolaban.

Un poco más cerca en el tiempo, y en países ocupados por tropas extranjeras, ha sido este tipo de lucha una práctica casi diaria, con macabro saldo de víctimas muchas veces inocentes, al más puro estilo terrorista.

Sin embargo, resulta inconcebible que existan gobiernos con una actuación muy similar a las descritas, algo muy parecido a navegar en un barco que no cuenta con botes salvavidas, y provocar una vía de agua que inexorablemente conducirá a la nave al hundimiento, sin salvación posible.

Tal es el caso de ese renacer desenfrenado de la carrera armamentista de más alto peligro, en Estados Unidos y Gran Bretaña, países en los que los señores de la guerra han optado por lo que eufemísticamente han llamado ¨modernización¨  de ese tipo de proyectiles con carga nuclear.

Miles de estos engendros ahora se encuentran en manos de técnicos y especialistas, para dotarlos de mayor movilidad, maniobrabilidad y por supuesto, un superior efecto destructivo, mediante la aplicación de las más modernas tecnologías y los últimos avances de la ciencia, que por cierto, pudieran muy bien aprovecharse en bien de la humanidad y no en amenazarla con el holocausto total.

¿Acaso ignoran esos altos mandos militares y sus respectivos presidentes, que el lanzamiento de uno solo de esos cohetes, sea cual fuere su objetivo, desataría el caos y por supuesto, el tantas veces advertido por Fidel invierno nuclear¨? ¿Vale la pena invertir en este absurdo final para la especie humana los miles de millones que se gastan hoy día?

Evidentemente lo saben, y muy bien, pero resulta que los intereses geo estratégicos, políticos y hegemónicos económica y militarmente, en la mayoría de los casos nublan la inteligencia, o al menos eso puede deducirse de las acciones de los Estados Unidos y la OTAN encaminadas a cercar a Rusia con armas nucleares de alto poder diseminadas por varios países.

Bastaría un error en las computadoras,  un mal entendido, una falsa amenaza o un cerebro decisorio desquiciado, y el mundo conocido estallaría en pedazos, a lo que seguiría el manto radiactivo que exterminaría la vida en el planeta, si no se imponen a tiempo la cordura y la razón.
Hiroshima y Nagasaki fueron dos mínimos botones de muestra, y con ellos basta.