En medio del proceso del debate sobre el Proyecto de Constitución aparecen personajes que resurgen del pasado pretendiendo cuestionar y dar lecciones a partir de posiciones que reflejan incoherencia, oportunismo y malas intenciones.
Entre esos eruditos, alguno extranjero, existen los que en determinados momentos de la Revolución ocuparon puestos en diferentes sectores principalmente de la economía, que hoy critican la política seguida en ese campo y afirman haber expuesto criterios contrarios a la misma a dirigentes del país. No es ético después de haber transcurrido más de 50 años y no estar vivos a los que ellos dicen haberse dirigidos asumir tales conductas. Detrás de esos planteamientos se esconden propósitos que más adelante explicaremos.
Algunas preguntas que me hago:
¿Realmente ocurrieron esas conversaciones?, ¿Pensaban de verdad como dicen?, ¿Por qué ahora y no antes escribieron sobre lo que apuntan haber dicho o pensado?, ¿Quién avala o que pruebas presentan para sustentar lo que cuentan?, ¿Son sus ideas las más acertadas?
Si estas interrogantes no encuentran respuestas en los escritos de estos sabios de acción retardada y existen opiniones de reconocidos especialistas que no coinciden con sus posiciones: ¿Por qué darles crédito y amplificarlos?
Sin embargo, los alabarderos de “decirlo todo” sin importarles esas inconsistencias que restan credibilidad a lo que expresan esos Jerónimo Román de la Higuera, (conocido como el historiador más mentiroso de España), obviando que dentro de ese “todo” va una buena parte de información falsa y de criterios mal intencionados les dan crédito y los visibilizan. Eso es ser ilusos e irresponsables.
Entre las cosas que expresan:
Afirman que la idea de cómo organizar el desarrollo del país y de incluir priorizadamente dentro de esta estrategia la industrialización nos vino de Europa, dígase de la URSS.
Eso no se corresponde con la verdad histórica, Fidel en 1953 en su alegato, “La historia me absolverá” poseedor ya de una cultura marxista planteó una visión integradora del desarrollo, colocando la industrialización como un tema fundamental. Según el destacado economista Dr. José Luis Rodríguez García, “una vez anunciado el cumplimiento del Programa del Moncada en octubre de 1960 y creadas las bases de la propiedad social, se planteó la necesidad de elaborar una estrategia de desarrollo para el país donde el peso de la industrialización como política central para ello había comenzado a ganar fuerza desde 1959. Entonces la idea no vino de la antigua URSS.
Aseguran que se equivocó y se subestimó el papel de la agricultura en el desarrollo del país.
Este planteamiento queda desmontado por lo planteado por Fidel en su discurso del 2 de enero de 1965, en el que señalaría: “La agricultura será, pues, la base de nuestro desarrollo económico, y la agricultura será la base de nuestro desarrollo industrial.” Más adelante en septiembre de 1966 precisaría: “No se ha desechado la industrialización, sino que se ha puesto el énfasis principal en el desarrollo económico del país, dando a la agricultura el máximo de impulso durante estos años.”
Uno de estos que narra las cuestiones históricas a su capricho haciendo alusión a la polémica que en su momento se desarrolló sobre temas económicos entre el Che y otros compañeros no solo con Carlos Rafael Rodríguez como lo presenta, se decanta por las posiciones de los que discrepaban del Che.
Al respecto en el libro Cien Horas con Fidel, el Jefe de la Revolución explica:
“El Che defendía el método de financiamiento presupuestario y otros compañeros (…) el método de autogestión financiera. El método del Che no es el puramente presupuestario; siempre advertía (…) que no fueran a prevalecer los estímulos materiales por encima de la conciencia, por encima de los valores morales (…) le confieso que me gustaban más las ideas del Che en torno a la forma de construir la economía; (…) Me gustaba más la apelación moral del Che”.
Si Fidel un gigante del pensar consideraba más acertadas las ideas del Che, lo que diga el personajillo de marras carece de interés.
El Dr. José Luis Rodríguez en el libro, “El pensamiento económico de Fidel Castro en las relaciones económicas internacionales”, publicado por el Centro de investigaciones de la economía mundial” (CIEM), significa los argumentos que avalan la concepción de desarrollo del país adoptada en ese entonces, recomiendo la lectura del mismo. Dicho libro sin ser la intención de sus autores desmiente muchos de los planteamientos que hoy hacen los personajes a los cuales me referí anteriormente.
Utilizan estos temas para trazar largas hipérbolas que comienzan incluso en artículos anteriores en los que los entrelazan con otros de carácter teórico vinculados al marxismo leninismo, las cuales concluyen reclamando mayor protagonismo para los intelectuales en la formulación del Proyecto de Constitución, considerando que ese sector de la sociedad es el que debe definir el futuro del país, concepto erróneo, dentro de la Cuba socialista el futuro del país lo define el pueblo, ese al que la Revolución sacó de la ignorancia y puso en el poder.
Al parecer desconocen la composición de la Comisión que elaboró la propuesta del Proyecto en la que participaron intelectuales de una alta preparación, así como profesionales y representantes de otros sectores sociales cuya capacidad de aporte estoy seguro es superior a la de los que claman por protagonismos en un proceso que necesita de la sapiencia de todos. Quien la dirigió tiene toda la confianza del pueblo, el mérito histórico y demostrada capacidad intelectual para cumplir esa tarea.
Fidel en sus palabras a los intelectuales, “Cualesquiera que hubiesen sido nuestras obras, por meritorias que puedan parecer, debemos empezar por situarnos en esa posición honrada de no presumir que sabemos más que los demás, de no presumir que hemos alcanzado todo lo que se puede aprender, de no presumir que nuestros puntos de vista son infalibles y que todos los que no piensen exactamente igual están equivocados”.
Esos escritos en su conjunto tratan de trasladar el apócrifo mensaje de que por no haber escuchado en los inicios de la Revolución a los intelectuales que alertaban sobre diferentes distorsiones es que afrontamos los problemas de hoy, de esa forma intentan restar crédito al Proyecto, ese es el pérfido objetivo que se esconde detrás de toda la parafernalia que escriben.
Obvian que el pueblo, dentro del que se incluyen los intelectuales tendrá la oportunidad de aportar sus opiniones sobre el Proyecto lo que convertirá a cada cubano en un constituyente, se ha explicado claramente el proceso que garantizará que todas esas opiniones sean tomadas en cuenta, pero además será el pueblo quien lo aprobará, lo demás es pura egolatría y preñez de oscuras pretensiones, no de los intelectuales cubanos a los cuales respeto y admiro, sino de estos señores que pretenden ignorar al resto de la sociedad incluyendo a sus propios colegas y tratan de convertir la historia en una película de ficción.