COMPAÑERO FIDEL

\"\"Mi padre, ya fallecido,  quien  tenía como normas de vida la honradez y un  hondo patriotismo heredado de su estirpe mambisa, me contó una anécdota que le ocurrió durante los primeros días del triunfo de la Revolución.

Vivíamos aún en la capital del país y por razones que no vienen al caso se hallaba el viejo en una acera cuando se acercaron varios automóviles y en medio de la natural sorpresa y despliegue de ¨rebeldes¨ y de público, descendió de uno de los vehículos el jefe de los barbudos, el hombre que había trazado con sentimiento e ideas martianas y un valor de titán, el nuevo derrotero para Cuba.

Con su paso de gigante apresurado, el Comandante se dirigió recto hacia donde se encontraba aquel humilde ciudadano, y le tendió con toda sencillez la diestra, que mi padre estrechó con efusión y emocionado.

¨Doctor¨, apenas consiguió articular con la previsible turbación del momento, a lo que el líder de la Revolución contestó con naturalidad: ¨

¨Doctor no, compañero…¨

Eso fue todo, pero en ese suceso quizás para muchos intrascendente, se refleja toda la dimensión humana de uno de los más grandes hombres que ha dado la América, para quien ¨toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz…¨

Vivió muchos años mi padre (falleció en febrero de l977) pero aún recordaba con claridad meridiana aquel encuentro en una calle habanera con Fidel.

Quizás, si por azares del destino, el viejo aún estuviese entre nosotros y coincidieran en otro marco esos dos seres, que han marcado de manera especial mi para nada sobresaliente existencia, se sentarían a hablar.

Ahora, con el reposo relativo que ha debido aceptar el Comandante, conversarían tal vez de soluciones, de cosechas, de siembras, de ganado, pero sobre todo de la patria, así sencillamente, con la inapreciable sabiduría de quienes  anduvieron un largo trecho entre nosotros.

A uno lo extraño desde lo más hondo de mi hombría de bien y mi condición de hijo; al otro le deseo la más larga y fructífera de las existencias, seguro de que, aunque  no con los bríos juveniles, sí con la dedicación a la obra y la clara inteligencia de los elegidos, tendremos Fidel para rato… en nombre de mi padre,  Felicidades Compañero.

(Por Ernesto Pantaleón Medina)