La lucha de la mujer por hacer valer sus derechos viene desde épocas remotas. La camagüeyana Ana Betancourt es sin dudas un ejemplo de ello. En recordatorio a esta destacada revolucionaria, el Mausoleo que lleva su nombre en Guáimaro fue el lugar indicado para llevar a cabo una peregrinación en su honor.
Un 14 de abril pero del año 1869 y en el marco de los sucesos de la Asamblea de Guáimaro esta patriota con espíritu adelantado para su época no dudó en reclamar a los legisladores cubanos los derechos de las féminas a la igualdad.
Aunque nacida en Camagüey, Guáimaro fue para Ana su hogar y su principal espacio de lucha.
Desde lo alto del Mausoleo, donde descasan sus restos se alza el rostro impecable de quien fuera considerada, vanguardia, desde su tiempo, del feminismo continental.
A más de 100 años de exigir la emancipación de la mujer y de luchar porque abandonara el rincón oscuro en el que estaba, hoy los resultados de su lucha se ven reflejados en tabacaleras, dirigentes, costureras, todas y cada una de ellas representan y defienden su imagen inquebrantable.