La infancia asesinada

(!Familia feliz! comenta una persona en sitio brasileño Arme-se)

 

A los 14 años, las niñas pasan una buena parte de sus vidas en una especie de paraíso de sueños, y aunque ya no juegan con muñecas ni saltan la cuerda, muchas duermen con sus ositos de peluche abrazados, y miran con ruborosa picardía a los apuestos muchachones que llaman su atención.

Ellos por su parte, si bien no corretean en los parques, sí se enfrascan en bizarras campañas de béisbol o baloncesto callejeros, y mientras exhiben sobre el terreno sus incipientes musculaturas y sus dotes de jonroneros o tiradores al aro, de soslayo observan a las adolescentes que más allá de la cerca, hacen una especie de ¨revisión técnica¨.

Como denominador común, ellas y ellos a esa altura de la vida, sueñan ya sea con la pareja ideal, o con la extraordinaria profesión que desempeñarán mañana, o cómo impresionar a potenciales admiradoras o admiradores.

Y claro está, una gran mayoría reniega de las enrevesadas matemáticas, o critica a este o aquel profesor de malas pulgas y demasiado exigente, o atraviesa ¨días malos¨ por el encontronazo con determinado condiscípulo, un desacuerdo que a veces deriva en algún que otro puñetazo, pero sin mayores consecuencias.

Lo que resulta impensable a la altura del siglo XXI es que un niño de 14 años, un tiempo signado por los juegos, la escuela y los amores de la última infancia y la primera adolescencia, asesine a tiros a los cinco miembros de su familia.

Ocurrió en los Estados Unidos de Norteamérica, la nación ¨ideal¨ y ¨cuna de las libertades y las oportunidades ¨ y lo reflejó la prensa en los primeros días de septiembre.

Los padres y tres hermanos, el menor de seis meses de nacido, cayeron por las balas de una pistola calibre 9 mm, un ingenio mortífero que nunca debió estar al alcance de una familia, y mucho menos de una criatura incapaz de analizar las consecuencias de sus acciones.

Pregunte usted ¿De qué manera accedió este muchacho al arma, guardada a todas luces en un lugar sin seguridad alguna?

¿Cómo este niño de 14 años llegó a conocer tan bien el mecanismo de la pistola, como para causar la muerte instantánea de tres de las víctimas, mientras las otras dos fallecieron de camino al hospital más cercano?

¿Por qué la Asociación del Rifle sigue imponiendo su afán de lucro por encima del supremo interés de preservar la vida, con el visto bueno del presidente Donald Trump?

¿Qué hacen los  tanques pensantes del poderoso país quienes bloquean, bombardean, masacran y ocupan en todos los continentes, bajo el supuesto y nada creíble argumento de la defensa de los Derechos Humanos, mientras se muestran al mundo como absolutamente incapaces de defender a los norteamericanos de sus propios compatriotas, e incluso de sus propios hijos?

Inobjetablemente, se impone que el señor Trump y compañía vuelvan hacia adentro de las fronteras el visor de sus cerebros, porque la vida en la ¨tierra promisoria¨ clama a gritos por alguien que la defienda.