La Asamblea y la vivienda

Por estos días los cubanos hemos seguido de cerca los análisis al más alto nivel de los distintos y más acuciantes problemas que enfrenta el país de cara al fin de año y comienzos del 2019, como el cumplimiento del plan de la economía, las proyecciones de desarrollo  y los principales programas que acometerá nuestra sociedad en un futuro a corto y mediano plazos.

Entre estos sin dudas se incluye el de la construcción de viviendas, una de las insuficiencias que ocupa lugar constante entre las preocupaciones de la ciudadanía, manifiesta en las miles de asambleas de circunscripción que tienen lugar en cada período de mandato del Poder Popular.

Ello se debe al notable envejecimiento del fondo habitacional, sobre todo en ciudades como Camagüey, con más de cinco siglos de fundada, y por supuesto, a la acción devastadora de huracanes que cada año, entre junio y noviembre, azotan a la isla y en una o varias  provincias derriban o dañan viviendas, edificios públicos y otras construcciones.

Por tal razón, estimula sobremanera conocer a través de los medios de comunicación, como los diputados al Parlamento, reunidos en la Comisión de Trabajo que se encarga de una esfera tan sensible, han puesto sobre el tapete aciertos, limitaciones, deficiencias y perspectivas en la reparación o construcción de viviendas.

Particular énfasis pusieron los representantes del pueblo, en el imprescindible empleo de los recursos que en los  municipios y  Consejos Populares, existen para producir materiales  como los bloques, ladrillos, losas de piso y otros que durante décadas han escaseado con el inevitable impacto sobre la familia, que ahora ve abrirse nuevas posibilidades, sobre todo en las ejecuciones mediante el llamado ¨esfuerzo propio¨.

No poca importancia tiene en este tema el quehacer de los arquitectos, quienes están llamados hoy más que nunca a entregar diseños novedosos, interesantes, atractivos y funcionales, alejados de lo que muchos especialistas y ciudadanos llaman con razón los ¨cajones¨, porque una vivienda sencilla, de un costo relativamente bajo y  construida con materiales baratos y de fácil acceso no necesariamente debe ser fea, incómoda y parecida o igual a centenares del entorno.

 

 

 

Toca ahora a decisores, cuadros, funcionarios y a los propios diputados,  de conjunto con los delegados de base y por supuesto, los vecinos,  materializar en el barrio toda la sabiduría, la previsión y la creatividad que una vez más se ha demostrado, asisten a quienes en el seno de la Asamblea Nacional tocan para bien las cuerdas más importantes de la sensibilidad y la necesidad de los cubanos de a pie… que así sea.