Ciberdefensa en la guerra de cuarta generación

El escenario actual en los medios de comunicación masiva en Cuba está matizada por una  especie de guerra de cuarta generación, generada  y financiada por los enemigos de la Revolución, para promover peligrosas provocaciones de grupúsculos disidentes,  intentando crear una imagen de un país en decadencia.

Este estado de cosas se presenta en momentos en que los cubanos realizan ingentes esfuerzos para vencer y disminuir las consecuencias de la pandemia del Covid -19, además de sobrevivir al recrudecimiento casi semanal de la política de restricciones en el bloqueo económico y financiero contra nuestro país, sostenido por doce presidentes de los Estados Unidos en más de sesenta años.

Según Cubadebate, «en las redes sociales proliferan noticias falsas o fake news constantemente. Después del anuncio de la puesta en marcha de la Tarea Ordenamiento en Cuba, se insiste en confundir y mentir sobre cómo se vive en nuestro país».

 No es nada nuevo. La campaña mediática contra Cuba parece que se regenera cíclicamente. Cada uno de esos mandatarios estadounidenses en su momento hace un remake, según sus concepciones, de los planes de los planes de agresiones, que en la actualidad, supuestamente, han dejado atrás  las botas militares, para poner en práctica la llamada ciberguerra.

 La periodista cubana Rosa Miriam Elizalde, investigadora de los laberintos de la ciberguerra, destaca que «mediatiza los conflictos y ha aportado sus propios instrumentos, pero no ha modificado sustancialmente la conciencia del hombre».

 A este bombardeo ideológico parte desde los Estados Unidos de América, «sólo se le puede oponer la ciberdefensa activa», según las conclusiones de esta destacada profesional, quien esclarece el concepto que tenemos que acabar de articular «sin retóricas y sin ingenuidades, con la certeza de que no se podrá superar el modelo imperial en estas nuevas circunstancias desde la ignorancia o el prejuicio.

 «Nuestras luchas necesitan análisis de los muchos factores y dinámicas que transforman la red permanentemente. Necesitamos identificar con agilidad las acciones del enemigo, modelar las alternativas y dotar a nuestros movimientos de un instrumental científico que nos permita pasar a la ofensiva».

 La mentira da pasos cortos montando un espectáculo mediático, sin una gota de pudor ni límites éticos, confundiendo la opinión internacional. En general, se intenta modificar criterios, crear confusión acerca de inquietudes y tergiversar la historia, los valores patrióticos entre la juventud cubana, que ocupa un creciente espacio público digital, como fruto del proceso de informatización de nuestra sociedad.

 Cuba ya exhibe hoy una penetración de internet en su población superior a la de la media mundial. Ya están conectados a internet 7.1 millones de cubanos, el 63% de la población del país. En el mundo tienen conexión, al día de hoy, el 59% de los habitantes del planeta.

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 Sin dudas, esas condiciones han sido aprovechadas por la política injerencista y subversiva para organizar los sucesos en el barrio de San Isidro, en el que se ha calificado como movimiento a la actuación de cuatro gatos mercenarios apátridas. Venden dignidad por un puñado de lentejas. Migajas aquí, pero los fajos gordos de billetes quedan allende los mares.

Se convoca a la violencia desde las redes sociales, el desacato y a cometer acciones terroristas en nuestro país.  Irrisorias sumas de dinero o hasta una recarga de teléfonos móviles se ofrecen a los comisores de estos hechos, desde cómodas poltronas “lejos de la candela”, como apunta un dicharachero amigo.

 Los periodistas cubanos han sido convocados a una trinchera de ideas, para enfrentar la competencia del enemigo en términos de promover contextos reales de nuestro sistema social cubano, que puede no ser perfecto en todos los sentidos, pero si perfectible, sin necesidad de optar por alternativas sombrías.

 Fidel en varias ocasiones refirió a que Internet parecía inventada para nosotros y debemos aprovecharla en la transmisión actualizada, creativa y combativa, esclarecedora,  de los mensajes incontrastables en torno al acontecer de nuestro pueblo.  

 Para conseguir estos objetivos, se requiere involucrarnos más individualmente o cerrando filas en Facebook, Twitter y otros soportes disponibles  en “una inmensa tela de araña a escala planetaria”, que acota Ignacio Ramonet en su libro “La tiranía de la comunicación”.

 Decenas  de miles de mentiras de los quintacolumnistas y marionetas se desvanecen siempre contra el escudo cubano de la verdad y la razón.

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