Remembranzas de una universidad

Noviembre de 1967. En las afueras de la ciudad de Camagüey, a la Carretera Central vía Este, una antigua edificación, de madera cuidadosamente elaborada y tejas de las llamadas francesas, había cambiado sus funciones de comedor del Instituto Tecnológico de la Caña “Álvaro Barba Machado” y acogía a un grupo de estudiantes de agronomía en la génesis de la enseñanza superior de la provincia.

En el céntrico  parque de la originalmente centenaria Granja Escuela, por aquellos días, había una especie de contraste entre quienes disfrutaban la sombra de frondosos árboles, no solo por la diferencia de edades, sino también en la forma de vestir, ya que predominaban los uniformes de manga larga y gorras verdeolivo de los alumnos del politécnico, quienes compartían los estudios con del Servicio Militar Obligatorio.

Con similares condiciones de compartir espacios con estudiantes politécnicos, días después dio  sus primeros pasos la especialidad de Pedagogía en el Instituto Ferroviario “Cándido González”, también en la capital de la provincia. Apenas unos doscientos hombres y mujeres formaron parte de la matrícula en el primer curso escolar universitario.

Cualidades en el dibujo relacionaban al autor de estas líneas de remembranzas con la elaboración de esquemas, pancartas afines a la preparación combativa correspondientes a la Base Material de Estudios. Es por esta vía el vínculo directo a la primera carrera universitaria: el profesor Corvisón (Rodolfo Corvisón Morales, Doctor en Ciencias Veterinarias) me pide colaboración en la copia de dibujos y diagramas de un libro de zoología para unas conferencias mimeografiadas. Yo disponía de las herramientas manuales para asumir con gusto la tarea, en horarios extra, a sabiendas de la escasez de textos para el gran reto en la educación universitaria.

Otra preferencia personal, la de escribir relatos motivada por el movimiento de aficionados en el Instituto, encuentra posibilidades de expresión en la naciente Universidad que había convocado al primer concurso de literatura. Varios compañeros me estimulan y sin muchas pretensiones participé. En la ceremonia de premiación se armó la algarabía tras el anuncio de mi nombre entre los ganadores.

Allí están mis  huellas en las fechas fundacionales de la Universidad de Camagüey

Al pasar los años, el escritor de estas memorias tiene otro contacto con el primer centro universitario fundado por la Revolución  en nuevas edificaciones se multiplicaban en una inmensa explanada  en la circunvalación norte de la ciudad. En 1976 se creó para la formación profesional de los trabajadores de la prensa escrita y radial de la provincia, una filial de la carrera de periodismo de Oriente 

Según he comentado en otras ocasiones en disímiles auditorios, la tercera relación con la Universidad de Camagüey fue la posibilidad de materializar el ideario martiano del deber de enseñar. De esta forma, en el año 2004 impartí géneros periodísticos en el primer diplomado para periodistas de la radio. Posteriormente, me desempeñé como profesor de comunicación social  universitaria municipal.

Un par de años después — 21 de septiembre del 2006— comienza la Licenciatura en la Universidad de Camagüey, a la que también asisten alumnos de las vecinas provincias de Ciego de Ávila y Las Tunas. El claustro está conformado profesores del centro universitario y experimentados periodistas en activo, quienes transitaron previamente por un proceso de categorización docente. Fue un reto importante como profesional para enseñar a los alumnos la mejor teoría actualizada nacional e internacional en periodismo audiovisual, ligada a los años de experiencia en el oficio. Al recordar esos años deviene un hormigueo peculiar de la piel por los documentales de estudiantes que merecieron elogios en festivales de Televisión Camagüey, a pesar de no estar en convocatoria.

Al cabo de 55 años,  estas remembranzas afianzan un compromiso de acción  como el primer día en que puse mi granito de arena en el camino de la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”.