Dos noviembres

Cuesta trabajo creerlo y muchos, muchísimos en Cuba y en el resto del mundo, pensamos aún que es mentira, un infundio del enemigo siempre al acecho para confundir, dividir, acosar.

Lo suponemos una especie de pesadilla de la cual despertaremos al sonido de su voz, a veces enronquecida, a veces casi un susurro, pero siempre convocadora, convincente, incitadora a que  participemos  juntos en la materialización de una y mil ideas de progreso y bienestar para todos.

Y es que ya han pasado dos noviembres, más de 700 días desde aquella noche amarga como pocas en la cual nos sorprendió la noticia que puso un frío extraño y sobrecogedor a lo largo de la espalda:

¨Ha partido el coloso¨, escribiría un amigo a quien el mensaje sacó del sueño en plena madrugada, para dedicar desde ese instante, las horas habituales de reposo, a escribir una crónica, ¨su crónica¨ a Fidel.

Hubo duelo, y lágrimas, de esas que no puede imitar ni el mejor histrión, en los rostros de ancianos, niños, hasta en el  del curtido y recio militar, o el fornido deportista que sollozaba a mi lado en plena plaza.

Lo que no hubo fue vuelco, ni debacle, ni luchas por el ¨poder¨ ni el ¨cambio¨ tan añorado por los cobardes, los desagradecidos y los mercenarios, que para desdicha de la humanidad hay en todas partes.

Dos años ya de aquel noviembre, y un hombre quizás  no tan joven, pero en la plenitud de sus 57, con la energía intacta y la sabiduría crecida, asumió no ¨el poder¨, no ¨el cargo¨, sino la tarea, para continuar la obra de los grandes.

Lo reconoce cada cuadra, cada barrio, cada fábrica o sembrado en los que ha palpado de primera mano, junto a su equipo de trabajo las realidades, los avances y los problemas de hoy.,

Lo reconoce el mundo, que le ha ofrecido su mano franca y su abrazo cordial en cada visita que ha realizado el nuevo presidente.

 

 

Continúa el respaldo, la solidaridad de los pueblos, y quiero pensar que desde allí donde sigue su incansable quehacer (porque me niego a pensarlo en reposo, aunque no sepamos en qué nuevos campos libra sus batallas) nos mira feliz y sonriente, seguro de que vamos bien, y así seguiremos.