El tiburón blanco y el lobo marino

Ernesto Pantaleón Medina/Televisión Camagüey

Reportes de la prensa internacional dan cuenta del hallazgo del cadáver de un gran tiburón blanco, en las costas de Australia, de cuya muerte los especialistas culpan a la ingestión de un lobo marino.

En el interior del escualo, conocido por su voracidad sin límites, se halló el cuerpo de uno de esos animales, al parecer atorado en una parte del esófago, lo que causó la  asfixia del enorme depredador.

Y se me ocurre una comparación nada disparatada, puesto que los apetitos y las ansias de dominación económica, política y militar de los Estados Unidos de Norteamérica pudieran emular ventajosamente con los del infatigable nadador de los mares.

Lo han demostrado con creces al intervenir con fuerza extrema en numerosos países, desde Corea y  Vietnam hasta Iraq,  Afganistán y Libia; en otros el zarpazo ha estado más o menos disimulado y se ha concretado en suministros de armas y pertrechos, ¨asesoramiento ¨ y otras máscaras creíbles solo para los sesudos de Washington y sus colaboradores.

El objetivo de esta o aquella acción, tentativa o guerra, es siempre el mismo: dominar, crear un mundo uni polar en el que dar las órdenes y trazar las pautas para el comportamiento del resto de las naciones, actitud desde hace décadas calificada como de¨gendarme¨.

Sin embargo, en los últimos días el mundo conoció del fortalecimiento del llamado grupo BRICS, o de las ¨economías emergentes¨ cuyos líderes se reunieron en Brasil, para coordinar nuevas estrategias integradoras, y crear entidades financieras que consolidan considerablemente la posición económica de Rusia, India, China, Sudáfrica y el país sede.

Pero no solo mostraron los presidentes del quinteto una posición ¨para sí¨ como bloque, sino que han propiciado un notable acercamiento a los países de América Latina y el Caribe, que más allá de los papeles, se avizora como la posibilidad real de apoyo en numerosos sectores.

Las noticias, que llovieron durante varios días desde el gigante sudamericano, causaron (estoy seguro) más de un dolor de estómago para los pensadores de la Casa Blanca y sus alrededores, quienes ven cada día consolidarse y crecer la independencia en todos los órdenes, de aquella área geográfica que consideraron hasta no hace mucho como su traspatio.

Difícil para los tiburones blancos del norte, a partir de las nuevas realidades, tragar como simples lobos marinos a estos países tan ricos en recursos naturales, en cultura y en sentimientos de unidad como una sola patria grande, verdaderamente libre hoy y cada vez más, al influjo del ideario que enarbolaron primero Bolívar y Martí.