«El sur» de Jorge Luis Borges, el laberinto de los destinos paralelos

¿Puede un simple viaje en tren ser la aventura más grande de la vida y de la muerte? Jorge Luis Borges, el maestro argentino de los laberintos literarios, lo presenta en «El sur», un cuento corto que contiene gran profundidad.

Perteneciente al género cuento literario o ficción filosófica, se incluye en el libro Ficciones de 1944. Entre sus temas principales se incluye la dualidad, identidad, destino, realidad vs. sueño y la muerte.

La historia se centra en Juan Dahlmann, un hombre de biblioteca, un ser tranquilo que divide su herencia entre el rigor alemán de su padre y el pasado criollo y heroico de su abuelo materno. Su vida ordenada se ve truncada por un accidente trivial que lo lleva al borde de la muerte por una septicemia. Tras una convalecencia brutal, decide viajar a la estancia familiar en el sur argentino para reponerse.

El viaje se vuelve un sueño lento y extraño. Cuando por fin se baja en un almacén de pueblo, un incidente con unos jóvenes matones lo obliga a tomar una decisión para la que no estaba preparado: enfrentar un duelo a cuchillo.

El Sur” se revela indudablemente como un relato fantástico. En el prólogo a la segunda parte de Ficciones («Artificios»), el autor indica, sobre este cuento, “que es posible leerlo como directa narración de hechos novelescos y también de otro modo” (p. 122). Ese “otro modo” posible implica considerar que todo lo que vive Dahlmann desde que sale del sanatorio es, en verdad, una alucinación: el personaje principal muere en la clínica y su viaje al sur es el sueño de la forma en que le gustaría haber muerto realmente.

La trama refleja una ambigüedad que la a convertido en una obra maestra. La grandeza del relato reside en que tiene dos lecturas igualmente válidas y devastadoras:

Por una parte, la lectura literal: Dahlmann se recupera milagrosamente y, efectivamente, viaja al sur, donde el destino le depara un final violento pero digno. Por otra parte, la lectura onírica: Dahlmann nunca salió del sanatorio. Murió de septicemia, solo y febril. Todo el viaje al sur—el tren, la llanura infinita, el duelo—es la fantasía final de un hombre culto que, ante una muerte clínica y anodina, elige soñar una muerte corajuda, romántica y a la altura de sus antepasados criollos.

Borges deja indicios por todas partes: el médico le dice que estará «como anestesiado«, el viaje tiene una cualidad de sueño lúcido, y el almacén parece un escenario. El final queda abierto a la interpretación individual, lo cual es un recurso fascinante.

«El sur» es la muestra de que la literatura puede explorar las preguntas más profundas del ser humano—el deseo de tener un destino épico, el miedo a una muerte insignificante—sin necesidad de cientos de páginas.

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