La deuda

No es un secreto y permanece desde hace varios años como una espina clavada en la vergüenza de los camagüeyanos, un pueblo acostumbrado a cumplir sus compromisos en las más difíciles y diversas esferas de la realización humana: pero el plan de la zafra azucarera  no se cumple calendario tras calendario.

En cada etapa previa, esa que los entendidos y otros que no lo son llaman ¨de reparaciones e inversiones¨, los ojos de todos se vuelven hacia las industrias, las combinadas, los tractores, los camiones y todos los hierros que intervienen en esta complicada tarea de preparar las tierras, sembrar, limpiar, cortar, cargar y trasladar hasta los molinos la materia prima, y luego iniciar la molida hasta lograr los dorados y brillantes granos.

Sin embargo, y a pesar de los reiterados llamados de autoridades y especialistas, a pesar del esfuerzo de tantos y tantos obreros, muchos de los cuales aportan la experiencia de décadas en la agroindustria, llega la arrancada, marchan bien las cosas, se cumple la ¨zafra chica¨… pero a partir de ahí comienzan a enredarse los hilos que tiran de este o aquel aspecto, y el resultado final queda por debajo de lo previsto.

Molidas apenas superiores al 50 % de las capacidades instaladas,  falta de caña en los centrales, demoras en la transportación, roturas de la maquinaria, combinadas que ¨no dan la talla¨ y sobre todo, el comienzo muy tardío de la jornada en los campos, son algunos de los elementos que hacen de este panorama algo que no desean quienes inscribieron en su historia de azucareros dos años consecutivos con la entrega al programa nacional de UN MILLON de toneladas de azúcar.

Es cierto que hay que salvar diferencias en el tiempo y sobre todo, reconocer que hoy no existen los recursos con que se contaba hace 30 años, pero oficio hay, inteligencia y dominio de la ciencia también, solo falta la previsión, eso que los viejos llaman ¨poner el parche antes de que salga el grano¨, organización, control  y también ¿Por qué no decirlo? Consagración, sentido de pertenencia, amor por lo que se hace, ya sea en el surco, tras el volante de un camión,  desde una combinada de corte o en cualquier puesto laboral de la industria.

Resulta imposible con bajas molidas, alcanzar y estabilizar los rendimientos fabriles que se traducen en más azúcar por tonelada procesada, ni generar con eficiencia la electricidad que tributan los ingenios a la red nacional energética.

Los costos también se deterioran, y en todo ese amplio panorama, está la mano de hombres y mujeres que pueden hacer más y hacerlo mejor, independientemente de que algún recurso pueda faltar en determinado momento.

No complace a los camagüeyanos que año tras año se incumplan los planes de siembra, y lo que se haga en tal sentido tenga una calidad baja, por la semilla, por la preparación tardía de los suelos y por el mal procedimiento a la hora de plantar  la gramínea en terrenos muchas veces enyerbados o mal acondicionados, o en algunos casos por el inicio tardío de la tarea, cubiertos de agua o fango.

NO se trata de mostrar preocupación y asentir enérgicamente cuando algún dirigente de alto nivel analiza causas y condiciones de una labor incompleta; no se trata de asumir al estilo de ¨mea culpa¨ y prometer un desempeño superior en la próxima zafra, sino de aceptar  como una obligación moral y material el cumplimiento de una obligación por la cual nos pagan.

Es tiempo ya de cumplir la deuda, porque el pueblo y la economía del país lo exigen.