Contra viento y marea, un nuevo año

Tortuoso ha sido el camino desde inicios de marzo hasta la despedida del año. Ya es 2021. Estamos aquí, en otro amanecer cubano, con los deseos de sortear cualquier viento o marea en contra y seguir montado en esta nave de todos y para bien de todos.

Como un enjambre emprendimos la marcha en el 2020. No fue fácil, pues en medio de nuestros esfuerzos para enfrentar al creciente bloqueo del gobierno norteamericano – en vigor desde principios de 1960-, no quedamos excluidos del azote mundial  de la pandemia del Covid-19.

Cuando apenas se reportaban 7 casos del coronavirus en Cuba (17 marzo), el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez convocó a trabajar con serenidad y seguridad en el Plan para la Prevención y Control.

«Hay que tener serenidad y confianza, todo el mundo tiene que apoyar y aportar. Hay que seguir llamando a la disciplina y a cortar todos los rumores malintencionados, afirmó el Jefe de Estado, quien aseguró además que las decisiones se irán aplicando de  manera gradual, en la misma medida en que se va apreciando la situación epidemiológica».

Durante más de cuarenta semanas, en cada jornada surgieron ejemplos de valientes médicos y enfermeros en la Zona Roja, demás trabajadores y estudiantes de la salud; de los hombres y mujeres que permanecieron laborando en los centros de aislamiento acondicionados en instalaciones hoteleras, bases de campismo y en instituciones escolares, entre otras.

La preservación de la vida se convirtió en el principal objetivo.

Nuestra base científica, un importante logro de la Revolución Cubana, se puso en función del enfrentamiento a la pandemia para crear instalaciones y equipos (como los respiradores a cuyo acceso impedían el inhumano bloqueo  norteamericano), programas masivos de salud,  y desarrollo de investigaciones  hasta conseguir la vacuna cubana contra el Covid-19.

Como ha reiterado Díaz-Canel, en esa victoria tuvo un peso determinante el pensamiento perspectivo y resuelto de Fidel en el campo de la Medicina y de la Ciencia.

En modo alguno, creamos una burbuja alrededor de la Isla, todo lo contrario. Colaboradores médicos y de enfermería multiplicaron sus esfuerzos en la nueva enfermedad en otras tierras del mundo y decenas de brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve” llevaron nuestro mensaje de solidaridad y salvaron a miles de personas en decenas de países de todas las latitudes.

Una nueva indumentaria nos acompañó en el diario acontecer: el nasobuco, en tanto se multiplicó el hábito del lavado de las manos y otras medidas higienico-sanitarias. Se cerraron las aulas, pero no la enseñanza. Las reuniones y hasta variadas acciones artísticas cambiaron sus escenarios, para ser realizadas a distancia, con el empleo de la televisión, los móviles y consultas telefónicas. Multiplicamos el aprovechamiento de las herramientas informáticas.

A las dificultades para sobrevivir al incrementado acoso del cerco de los Estados Unidos al comercio y financiamiento internacional, se sumaron acciones oportunistas para desacreditar a la Revolución  Cubana, confundir y mentir a la población de la Isla.

A través de las redes sociales y ciertas páginas, motivados por las ideas de reelección de Trump, desde el sur de la Florida se movieron los hilos de las marionetas para promover peligrosas provocaciones de grupúsculos disidentes, desde la convocatoria a actos terroristas hasta el desacato a las autoridades estatales en La Habana y otras localidades del país.

Esas maniobras diversionistas, en una especie de guerra de cuarta generación en el ciberespacio, chocaron contra un sólido muro de ideales patrios de nuestro pueblo, que mostró desde la Punta de Maisí  al Cabo de San Antonio su repudio a las bravatas de estos asalariados de la contrarrevolución.

Por otro lado, el programa de enfrentamiento a la compleja situación epidemiológica, en todos los sentidos fue eficaz,  de manera que permitió reanimar algunos sectores de la economía y se crearon condiciones para asumir  una nueva normalidad, con un mínimo de riesgo social.

En la primera  decena de diciembre, se dio un paso determinante para avanzar en la actualización del modelo económico y social del país, cuando el presidente cubano, acompañado por el primer secretario del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz, informó el comienzo de la Tarea Ordenamiento, referida al rediseño del sistema cambiario, eliminación de subsidios, precios y salarios, entre otros aspectos. En ese sentido, se llevó un amplio programa de información y orientación a la población.

Durante el año que acaba de iniciar, con la voluntad de todos, superaremos cualquier adversidad, tanto en el ámbito individual como colectivo, en los retos que nos imponen tres prioridades: Enfrentamiento a la COVID, batalla contra el Bloqueo y estrategia económico-social.

 Así ha sido durante décadas, desde la alborada de enero de 1959, cuando Fidel en medio de la alegría del triunfo rebelde conminó a hacer revolución en un camino nada fácil. Hemos vencido innumerables obstáculos y estamos aquí, siempre de pie, nunca de rodillas.