La agencia de noticias FARS, afiliada al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, ha asegurado que Israel utiliza teléfonos móviles como herramienta para asesinatos selectivos, incluyendo a científicos y altos mandos militares. Señalan que “WhatsApp, y otras aplicaciones de mensajería dejan un rastro de geolocalización al conectarse a internet, e incluso con el teléfono apagado, muestran su última ubicación y un uso breve puede revelar las coordenadas casi exactas del objetivo”.
Recomendó a los representantes de las estructuras políticas, militares y de seguridad iraní, que apaguen sus dispositivos antes de acudir a lugares «sensibles», que no los lleven a zonas peligrosas y que no utilicen “aplicaciones vulnerables”.
Posteriormente autoridades gubernamentales iraníes llamaron a sus ciudadanos a eliminar WhatsApp, alegando que la aplicación recolecta datos personales de los usuarios, “últimas ubicaciones conocidas y comunicaciones”, y los comparte con Israel, noticia que se ha convertido en titulares de medio mundo.
Además el rotativo Isna, señaló que las autoridades iraníes pidieron a la población se «redujera al mínimo el uso de dispositivos conectados a Internet y adoptara las precauciones necesarias» en la red. Al mismo tiempo el Comando de Ciberseguridad de Irán ha prohibido a los funcionarios gubernamentales y equipos de seguridad utilizar cualquier dispositivo conectado a las redes públicas de comunicaciones.
En ataques de alta precisión ejecutados por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han eliminado prominentes científicos vinculados al programa nuclear así como altos jefes de las fuerzas armas de Irán utilizando estos métodos de ubicación denunciados:
Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor del Ejército iraní
Hossein Salami, comandante en jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI)
Gholam Ali Rashid, comandante del cuartel general central de Khatam al Anbia.
Ali Shadmani: lo nombraron jefe del Estado Mayor el 13 de junio de 2025, tras la muerte de Gholam Ali Rashid, pero solo pudo ejercer el cargo cuatro días.
Gholamreza Mehrabi: general de brigada y subdirector de inteligencia del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Irán desde el año 2016.
Amir Ali Hajizadeh, general de brigada comandante de la Fuerza Aérea de los CGRI.
Davoud Sheikhian, comandante de las fuerzas de defensa aérea de los CGRI.
Mehdi Rabbani, asistente de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas iraníes
Esmail Qaani, comandante de la Fuerza Quds de los CGRI
Mohammad Kazemi: jefe de la Organización de Inteligencia del CGRI desde 2022.
El uso de herramientas de rastreo por medio de telefonía celular no es nuevo en los conflictos en la región, en julio del 2024 sobre el asesinato del líder de la organización palestina Hamás, Ismail Haniya, en Irán, un medio libanés denunció: “la inteligencia israelí instaló el software espía en el teléfono de Haniya a través de un mensaje de WhatsApp”. Argumentó que el programa espía permitió detectar la ubicación exacta de la casa donde se encontraba el líder de Hamás, tras lo cual fue impactada por un misil lanzado desde un dron.
Igualmente, ha sido denunciado por medios internacionales el empleo del sistema “Lavender” por Israel en el genocidio cometido en la Franja de Gaza, que mediante el rastreo de inteligencia artificial en grupos de WhatsApp identifica a presuntos “terroristas”, que se convierten en potenciales blancos de ataques aéreos, dando como resultado bombardeos indiscriminados contra población civil en ese territorio, dejando un saldo superior a los 50.000 palestinos asesinados.
Por su parte la empresa ha renegado todo tipo de vínculo con Israel, asegurando que: «no proporcionamos información a ningún gobierno (…) durante más de diez años, Meta ha proporcionado informes de transparencia que incluyen las circunstancias puntuales en las que se ha solicitado información de WhatsApp». Portavoces de Meta “insisten” en que WhatsApp o Instagram no rastrean aspectos como la ubicación exacta; los mensajes personales que se envían; no guardan registros de comunicaciones entre usuarios, ni envían información masiva a ningún gobierno.
Sin embargo, entre los datos que recopila la aplicación y los permisos que el usuario le concede, se encuentran el número de teléfono, ID de usuario, contactos, nombre de tu cuenta, datos de publicidad, historial de compras, ubicación aproximada, correo electrónico, interacción del producto, informes de fallos, rendimiento y de pagos y atención al cliente.
Respecto al monitoreo de la ubicación, la propia empresa señala en su página web que rastrea tu ubicación con o sin tu autorización: “Recopilamos y usamos información de ubicación precisa de tu dispositivo con tu permiso cuando eliges usar opciones relacionadas con la ubicación, como cuando decides compartir tu ubicación con tus contactos o ver ubicaciones cercanas o que otros contactos compartieron contigo. Aunque no uses nuestras opciones relacionadas con la ubicación, usamos la dirección IP y otra información, como los códigos de área de números de teléfono, para estimar cuál es tu ubicación general (por ejemplo, ciudad y país).”
Las denuncias sobre programas espías desde Facebook y Meta en general son amplios, varios países han censurado el uso de esta plataforma en las instalaciones gubernamentales o instituciones armadas, apostando por variantes nativas. En 2017 Wikileaks revelaba mediante la filtración de miles de documentos, cómo las agencias de seguridad de los EE.UU y en especial la CIA, empleaban WhatsApp para la obtención de información, mediante virus o las llamadas “puertas traseras”.
Mientras empresas como Meta niegan cualquier colaboración con gobiernos como el de Israel o con agencias de inteligencias en actividades de espionaje, las evidencias y filtraciones históricas sugieren lo contrario, generando un debate urgente sobre la regulación de la tecnología, la protección de datos personales y el uso ético de las herramientas digitales en contextos de conflicto. En un mundo hiperconectado, la seguridad de la información y comunicación se convierte en un desafío crítico para la seguridad de los gobiernos, instituciones y sus ciudadanos, quienes deben replantearse el uso de plataformas que, bajo la fachada de la comunicación, están al servicio de agendas ocultas.