Generales de la Independencia

Estoy seguro de que si usted no lo sabe, se lo imagina: la antigua provincia de Oriente es el territorio que más generales aportó al Ejército Libertador cubano desde 1868. Le siguen Las Villas y Camagüey, y luego La Habana, Matanzas y Pinar del Río. Hubo además generales no cubanos: siete venezolanos y siete dominicanos llevaron en sus solapas las estrellas de general, y lo fueron asimismo seis españoles, tres mexicanos, dos colombianos y dos norteamericanos, además de un polaco, un francés, un puertorriqueño y un chileno.

De los generales del Ejército Libertador, 13 fueron abogados, y médicos, otros 13. Hubo cinco maestros y cuatro periodistas; cinco dentistas y dos ingenieros. Un veterinario, dos doctores en Farmacia y un doctor en Filosofía y Letras.

De los 220 generales de la independencia cubana —generales de brigada y de división y mayores generales— el más longevo fue Higinio Vázquez Martínez. Nació en El Cobre, en 1834. Combatió en la guerra del 68 y con grados de comandante participó en la Protesta de Baraguá. Después de ese pronunciamiento lo ascendieron a teniente coronel. Fue uno de los jefes del sur de Oriente durante la Guerra Chiquita y volvió a la manigua en mayo del 95 para alcanzar en ese mismo año el grado de general de  brigada. Finalizada la contienda se dedicó a la agricultura. Murió en 1937, a los 103 años de edad.

Sin embargo, los generales libertadores que llegaron más acá en el tiempo son Enrique Loynaz del Castillo y Daniel Gispert. El primero falleció en 1963, con 92 años. El otro, en 1964, con 93.

Se afirma que el general más joven —28 años— es Juan Bruno Zayas. Lo fue en el momento de su ascenso porque, aun sin ánimo de ser exhaustivo, con esa misma edad eran generales Antonio Maceo y Rafael de Cárdenas, y también con 28 recibió Agramonte su designación como mayor general. Flor Crombet accedió al generalato con 27, al igual que Gerardo Machado, y Calixto García (hijo) con 24.

Combatientes de las tres guerras fueron, entre otros más o menos conocidos, Calixto García y José Miguel Gómez, Quintín Bandera y Francisco Peraza, Francisco Pérez Garoz, Maximiliano Ramos y Mariano Torres Mora. Además Prudencio Martínez, que fue, en la Guerra Grande,  jefe de la escolta de Antonio Maceo y terminó esta con la pierna izquierda inutilizada. Pese a eso peleó en la Guerra Chiquita y se incorporó a las huestes mambisas el primer día de la guerra del 95.

De los generales libertadores tuvieron una muerte trágica una vez conseguida la independencia Quintín Bandera y Francisco Peraza. El primero se alzó contra el  presidente Estrada Palma y fue asesinado por la Guardia Rural en Arroyo Arenas en los días de la llamada guerrita de agosto de 1906. El otro inició desde 1929 una oposición abierta contra su antiguo compañero de armas Gerardo Machado y el partido Unión Nacionalista lo designó pese a su edad (75 años) jefe de la sublevación antigubernamental en Pinar del Río. No mejor fue la suerte del general Avelino Rosas. Finalizada la guerra del 95 regresó a su país natal, Colombia, y allí luchó contra los conservadores en la Guerra de los Mil Días. En el combate de Puerres —20 de septiembre de 1901— herido, fue capturado y arrastrado por sus enemigos. Se había incorporado a la guerra cubana a instancia de Antonio Maceo. El mayor general Vicente García, el León de Tunas, tuvo también una muerte trágica. Murió en Venezuela a consecuencia del vidrio molido que un español le administró en una comida.

A veces, durante las guerras cubanas, hay en una sola familia más de un general o un oficial superior. Mayor general fue el holguinero Julio Grave de Peralta y general de brigada su hermano Belisario. Entre los Sánchez Agramonte hay dos generales de brigada y un coronel. José Joaquín, hermano del mayor general Serafín Sánchez Valdivia, era general de brigada. Primos los mayores generales Luis y Perucho Figueredo, y fueron coroneles dos de los hermanos de Mario García Menocal. Carlos Manuel de Céspedes y su hermano Francisco Javier fueron mayores generales, y coroneles otro hermano, un sobrino y uno de los hijos mayores del Padre de la Patria, en tanto que su vástago menor, ya en la guerra del 95, lució el grado de teniente coronel.

El mayor general José Maceo participó en más de 500 acciones combativas y recibió 19 heridas de guerra. Su hermano Antonio intervino en más de 600 combates, 200 de ellos de gran significación. Su cuerpo estaba marcado por 27 cicatrices. De ellas, recibió 21 en la contienda del 68.