Increíble, pero dolorosamente cierto

Hay que creerlo, porque así lo demostraron los conteos de las urnas, así lo informaron las autoridades electorales y así lo aceptó el propio presidente constitucional Nicolás Maduro Moros: la derecha había ganado y dominaba en el parlamento venezolano.

Pero lo que parece mentira, incluso para las personas más crédulas que habitan en el planeta, es que los más mezquinos intereses al servicio del dólar y sus acólitos, promovieran y lograran el crimen de lesa moral y lesa patriotismo, de retirar los cuadros de Bolívar y Hugo Chávez, figuras de indiscutible estirpe patriótica, que presidieron durante años lo mejor de las ideas progresistas.

Y de inmediato comenzó el vértigo de la intolerancia, del empleo de la fuerza de la mayoría parlamentaria para desestimar la constitución y los pronunciamientos de los poderes legítimamente investidos por el pueblo.

Así, se juramentan como diputados personas que no ostentan esa categoría de acuerdo con las normas que estipula la Carta Magna, y surgen a cada instante pronunciamientos encaminados a liberar terroristas, limitar la autoridad de la Corte Suprema y combatir abiertamente el mandato presidencial del sucesor de Chávez.

Los súper medios, entretanto, se hacen eco de las indicaciones de la oligarquía nacional y de más al norte de las fronteras, cuando aprueban resueltamente un ¨cambio de rumbo¨ en  Venezuela, e incitan a lo que podría desembocar en un golpe de estado, no tan ¨blando¨ como pudiera pensar algún ingenuo.

Unos y otros, los vendidos de afuera y de adentro, olvidan que la Revolución Bolivariana ha tenido y tiene un solo objetivo, transita un único derrotero: servir a los humildes, a los que nunca poseyeron nada, como no fuese hambre, enfermedades e ignorancia.

Pero no se cruza de brazos y mira a otro lado un pueblo que  sufre cuando  un grupo de oportunistas trata de frustrar sus sueños  y pisotear las conquistas ganadas de la mano del inmortal comandante, el mismo que supo elevar a nivel de potencia continental a una nación empobrecida moralmente y entregada durante generaciones  a la ambición extranjera.

Esos que gracias al milagro de  Chávez y Fidel ven ahora con claridad las realidades, los que leen y escriben,  o lo que es igual, avanzan con paso cierto en pos del futuro mejor, esos cuyos hijos no mueren de desnutrición o enfermedades curables, y conocieron lo que era techo, cama y trabajo seguros por obra y gracia de la Revolución, no entregarán mansamente las banderas.

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