Precursores de la cultura cubana

El 10 de octubre de 1868 el abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes cambia la marcha de nuestra historia al iniciar en la Demajagua la guerra de independencia de España, que gobernaba a Cuba con brazo de hierro ensangrentado. Una tropa bisoña y mal armada, compuesta por hacendados, campesinos medios y pequeños junto a decenas de esclavos liberados, desalojaron diez días después a los militares españoles de la importante localidad de Bayamo.

Entre vítores de la población a los sublevados, “Perucho” Figueredo dio a conocer al pueblo la letra de la Bayamesa, marcha patriótica devenida hasta el presente y futuro como Himno Nacional de Cuba.

En la ruta del criollo y su cultura constituye ese acontecimiento un importante hito histórico, por lo que el 22 de agosto de 1980, el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de Cuba, acordó en su Decreto Nº 74 instituir el 20 de octubre como Día de la Cultura Cubana

Los orígenes del criollo y la forja de una cultura nacional

Desde 1544 a 1689 la población de Cuba tenía una mezcla de la cultura aborigen, española y africana. La mayoría, además, había nacido en el país. En este período presentan sus perfiles los criollos, un nuevo tipo social diferente a sus progenitores españoles, africanos e indios.

Sus rasgos definitorios irían formándose a través de la interacción con el medio natural, social y espiritual: gustos, costumbres, tradiciones, hábitos, modo de pensar y actuar responden a las necesidades e interés surgidos en el medio social y cultural.

El poeta, narrador, ensayista y etnólogo Miguel Barnet, en un diálogo con miembros de la Asociación Hermanos Saiz (AHS) realizado en la Universidad de La Habana el 16 de mayo del 2017, expuso una visión dialéctica entre los conceptos la cubanidad que es la calidad de lo cubano, y cubanía es la vocación de ser cubano.

“(…) Lo cubano como esencia o como matriz cultural etnográfica mucho antes de ser motivo u objeto de teorizaciones, se expresó primero en las artes. Yo creo que el artista siempre ha sido una figura emblemática de la vanguardia, en todos los sentidos sobre todo desde el punto de vista de la intuición. Si pensamos en la música, veremos que los elementos llamados criollos, o sea, de cubanos ya nacidos en la Isla, están en las danzas de Manuel Saumell, luego en las contradanzas de un gran músico y compositor, Ignacio Cervantes, y en la música popular, en las zarabandas, en los minuets, en las chaconas amulatadas en géneros que derivaron todos de ritmos y danzas europeas, sobre todo francesas

(…) Y qué decir de la plástica, la plástica cubana, que se inició como casi todas las expresiones de este continente básicamente en la religión. Tuvo uno o dos artistas plásticos que definieron lo cubano poniendo en sus cuadros un hombre negro en un óleo religioso. Es el caso de Nicolás de la Escalera […]José Antonio Saco, sociólogo empírico, pionero de la visión sociológica de la cultura, tuvo el valor de asumir ciertos estratos populares, entenderlos, analizarlos; estudió el juego, la vagancia, los males de la sociedad, de la “mala vida” y fue el verdadero pionero, de la sociología cubana y de los estudios etnográficos”.

El romanticismo surgido en Europa a finales del siglo XVIII, navegó al llamado Nuevo Mundo. José María Heredia el primer poeta romántico en lengua española, quien se hizo acompañar por intelectuales que en cierta medida compartían pensamientos libertarios, entre ellos José Jacinto Milanés, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Plácido, Anselmo Suárez y Romero, Juan Clemente Zenea y Luisa Pérez de Zambrana.

Por otra parte, un efusivo seguidor del ideario de Félix Varela  fue José de la Luz y Caballero, quien en la primera mitad del siglo XIX se convirtió en artífice de la Ilustración en la Isla. Destacó por su sabiduría y como educador fue notable forjador de generaciones de cubanos con arraigados sentimientos patrióticos.

La memoria cultural en la formación del criollo cubano, es obligada la referencia a Antonio Bachiller y Morales, uno de los escritores más notables en la Cuba del siglo XIX. Vivió en una época polémica de concepciones filosóficas, económicas  y de nacionalidad, en la cual no sólo se dedicó a la recolección de datos, informaciones, memorias sino que además reflexionaba en torno a la educación, costumbres, memoria cultural y otros aspectos que comenzaban a caracterizar a los nacidos en la Isla.

Soñar con los ojos bien abiertos

 

En los sueños de independencia, según expone la Máster en Ciencias Elda E. Cento Gómez, fue Puerto Príncipe uno de los escenarios claves en las ideas abolicionistas de la rebelión de negros y mulatos encabezada por José Antonio Aponte (1812), la que junto a otras acciones semejantes acrecentó el miedo de los funcionarios del gobierno español a las insurrecciones o de invasiones procedentes de México y la Gran Colombia.

Una vez fracasados los intentos reformistas en los asuntos políticos (separación del mando civil y militar, corporaciones insulares para atender intereses de la isla), sociales (abolición gradual de la esclavitud) y económicos (absoluta libertad de comercio), del llamado Partido Reformista en la Junta de información, Madrid (1866-1867), se desataron los ideales con una tendencia evidente a la revolución contra España. Los más por la independencia absoluta, los menos por la anexión a Estados Unidos

Este criollo va manifestando sus ideales a través del arte, la música popular, la literatura y la historia. Su ideología va madurando en la medida que crece su identificación con la naturaleza, con su suelo, en la medida en que sus deseos de reafirmarse como algo diferente, nuevo y superior cobra fuerza.

Una personalidad principeña que alternó sus conocimientos intelectuales con trascendentales  ideas independentistas fue Gaspar Betancourt Cisneros, quien representó el romanticismo literario. Alcanzó renombre hacia la década del treinta del siglo XIX con los textos costumbristas “Escenas Cotidianas”, publicados en la Gaceta de Puerto Príncipe, y también por el despliegue del género epistolar.

La Villa de Santa María del Puerto del Príncipe es el depósito de una joya cultural de aquellos tiempos: Espejo de Paciencia. Es  ese un poema épico histórico escrito por Silvestre de Balboa en 1609, basado en un hecho real ocurrido cuatro años antes en el que se utiliza por primera vez la palabra criollo.  En el texto se aprecian un fuerte sincretismo religioso y cultural: ritos africanos, aborígenes. Expresa la debilidad del indio y la fortaleza física del negro.

Lo interesante  consiste que esta obra literaria, junto a otros sonetos del propio autor, no surge de la nada, sino que revela para los historiadores la presencia de bien dotadas bibliotecas privadas en la Villa Principeña, producto de la adquisición y encargos a España, además de las provisiones traídas por viajeros y jóvenes residentes que iban a cursar estudios superiores en importantes ciudades europeas.

Con superlativas razones el 20 de octubre, cuando se entonaron popularmente por primera vez las notas del naciente himno nacional se instituye el 20 de octubre como Día de la Cultura Cubana

“(…) en su inflamada música y poesía patriótica, canto pleno a la insurrección libertadora y la abolición de la esclavitud y manifestación artística de ese profundo e irreversible acto configurador de la conciencia cubana, expresión y símbolo más alto y genuino de nuestra cultura nacional.”