Martí y la magnitud de su grandeza

Pocos sucesos en la vida (me atrevería a asegurar ninguno) son originados por una sola causa; la conjunción de diferentes factores, entre los cuales ocupa un lugar no despreciable la casualidad, desencadenan a veces acontecimientos tan grandes que marcan una fecha, una época e incluso la historia de un país. Así ocurrió en un casi desconocido paraje de la región oriental cubana, aquel 19 de mayo de 1895, cuando el disparo de fusil de cualquier oscuro soldado español segó en Dos Ríos la vida de uno de los más grandes hijos de Nuestra América: José Martí.

Elementos a tomar en cuenta para analizar aquel fatal desenlace, son entre otros la indiscutible entereza y fuerza de carácter de un hombre que consagró su vida al ideal libertario y a lograr la tan necesaria unidad de voluntades y acción.

 Un ser humano cuya honradez lo llevó a padecer incluso hambre y enfermedades, sin desviar un centavo de los que su verbo encendido recaudaba para la causa y que en modo alguno podía resignarse a ser mero espectador de un combate que ocurría a solo horas de haber recibido el grado de Mayor General.

 El ardor de un patriota que había sido capaz de los más altos sacrificios en pos de la independencia, y no menos importante: el ejemplo de tantos y tantos guerreros que olvidaban su condición de estrategas y jefes para para lanzarse una y otra vez en furiosas cargas contra un enemigo superior en armas y número.

VER TAMBIÉN:

La trascendencia histórica de la muerte de José Martí . Reflexión de Fidel Castro Ruz Mayo 18 de 2010, 6 y 12 p.m.

 

La trascendencia histórica de la muerte de José Martí.

Reflexiones de Fidel Castro Ruz. http://www.fidelcastro.cu

 

 

En un artículo periodístico, José Gilberto Valdés destaca la manera en que «durante los preparativos para la Guerra Necesaria, con fecunda pasión patriótica, Martí promovió la unidad de los veteranos mambises, que habían visto truncados sus deseos de independencia del yugo español, con las nuevas generaciones de cubanos fuera y dentro de la Mayor de las Antillas. “Los Pinos Nuevos con Los Pinos Viejos”.

Por otra lado, España se empeña en retener la Isla a toda costa, el poder se debilitaba rápidamente con su política de “Hasta el último hombre y hasta la última peseta”.

En la jornada anterior a su caída en combate en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, entre  árboles y matorrales de una finca, José Martí escribía una carta a su amigo mexicano Manuel Mercado, interpretada como un legado histórico del delegado del Partido Revolucionario Cubano –constituido en 1892– al reflejar el pensamiento político para lograr el alcance de los objetivos propuestos con la guerra por la independencia.

«…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América.»

La “guerra necesaria y justa” que predicaba Martí para fundar una república “con todos y para el bien de todos” concluía de una manera abrupta en 1898, por la intervención de los Estados Unidos en la contienda tomando como pretexto el estallido del buque “Maine”, en el puerto de La Habana. Con esta maniobra, los yanquis secuestran los esfuerzos de los criollos por emanciparse de la dominación colonialista.

 Sin embargo, el fin de la doctrina martiana, forjada en los valores éticos, morales y éticos que habían forjado a la nacionalidad cubana, ha sido y es inspiración en la continuidad de la lucha.

Hace unos días un colega citaba desde las páginas del periódico Juventud Rebelde a una figura grande de las letras universales: Rubén Darío, quien al conocer la muerte del Apóstol exclamó:

«Maestro, ¿Qué has hecho?»

No había nada que hacer, nada que explicar: José Martí había iniciado el tránsito luminoso y eterno hacia la inmortalidad.