Martí: «Pero no desaparecería mi pensamiento»

Este es uno de los principales fragmentos de la carta que escribió José Martí escribió a su amigo Manuel Mercado el 18 de mayo de 1895, en la víspera de su caída en combate, en un lugar conocido como Dos Ríos, en la región oriental de la Isla.

Al fin, en tierra cubana, asentaba con el corazón en un puño una especie de legado histórico, pero con una visión de triunfo que siempre lo inspiró entre tropiezos y respaldos los preparativos de la Guerra Necesaria.

    (…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…” (…)

Nunca antes había expresado de tal manera su pensamiento político en las más de 140 misivas dirigidas al mexicano que consideraba su hermano queridísimo y una especie de confesor.

Historiadores y testigos consignan que la carta inconclusa, se origina el campamento mambí organizado  entre  árboles y matorrales de una finca ganadera, en medio de un hervidero de patriotismo, luego del desembarco el 11 de abril  en  Playitas, junto al Mayor General Máximo Gómez, el jefe militar del movimiento,  dominicano veterano de la Guerra de los Diez Años (l868 – 1878).

La misma noche del 18 de mayo, una columna de 800 soldados españoles que cumplía la misión de abastecimiento a un fortín, recibe la confidencia acerca de los insurrectos cubanos.  Al amanecer del 19, la tropa emprende la marcha en búsqueda del contingente independentista.

El historiador cubano Eduardo Vázquez Pérez  refiere en su artículo Los Enigmas de Dos Ríos, publicado en Juventud Rebelde (17-9-2011), que al conocer la presencia del convoy enemigo, Gómez decide ordenar el primer combate. Los españoles resisten con fuego de fusilería la embestida de la caballería mambisa, que maniobra desorganizada en terreno nada favorable.

Cuando el jefe militar de los cubanos reorganizaba las fuerzas para un nuevo ataque, se percata de la presencia de Martí y le ordena retirarse. Sin dudas,  quiere proteger al principal promotor del reinicio de la lucha independentista.

 El delegado del Partido Revolucionario Cubano obedeció, pero no por mucho tiempo. No se resigna al papel de espectador y revólver en mano, espolea su caballo al galope, arengando a los suyos. El joven Ángel de La Guardia no duda en seguirlo, pues había quedado emocionado con el ferviente discurso de Martí de esa mañana a la tropa.

El Mayor General Máximo Gómez describe la dramática caída en combate de José Martí: “Vestido de saco negro, pantalón claro, sombrero negro de castor y borceguíes negros,  al pasar entre un dagame seco y un fustete corpulento caído, los disparos de los soldados enemigos emboscados en los yerbazales dieron en el cuerpo del Maestro. De su revólver, atado al cuello, no faltaba ni un cartucho”.

Cae de cara al sol, en la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre.

En la última carta escrita al amigo  Manuel Mercado, reflexiona:

     (…) Sé desaparecer. Pero no desaparecería mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad (…)

La Revolución popular y antiimperialista cubana ha sido estructurada y promovida a la luz del mundo sobre el pensamiento martiano: no lo ha dejado desaparecer. Asi lo afirmó Fidel en  sus reflexiones  del 18 de mayo de 2010:

 

“Haciendo abstracción de los problemas que hoy angustian a la especie humana, nuestra Patria tuvo el privilegio de ser cuna de uno de los más extraordinarios pensadores que han nacido en este hemisferio: José Martí.”

“¡Entonces las ideas de Martí triunfaron en nuestra Patria!”

 (Consultado http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-09-17/los-enigmas-de-dos-rios/   http://www.bohemia.cu/dossiers/historia/josemarti/marti_hart.htm  Blog El Lugareño ) Foto tomada de Juventud Rebelde)