MARTÍ, LA CARTA INCONCLUSA Y EL IDEARIO PERPETUO

 

José Martí tenía tanta fuerza en la palabra desde una tribuna, como en la letra impresa. Mil razones justificaban su amor a la Patria y el rechazo a quien la oprimía y los que preparaban para el zarpazo.

“Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…”

La absoluta vigencia de estas ideas escritas por José Martí en el campamento mambí de Dos Ríos, el 18 de mayo de 1895, –hace 125 años– permite considerar que más que una carta inclusa a su amigo Manuel Mercado el texto atesora el testamento político del insigne patriota, quien cayó en combate un día después.

Nunca antes había expresado de tal manera su pensamiento político en las más de 140 misivas dirigidas al mexicano que consideraba su hermano queridísimo y una especie de confesor.

Los historiadores afirman que para Martí esos días en Cuba eran satisfacción personal y de sentirse útil, tras su estancia en República Dominicana, donde junto a Máximo Gómez (dominicano y destacado jefe militar y estratega en la Guerra de los Diez Años) aprobó en marzo de 1895 el programa de acción política y militar “Manifiesto a Cuba del Partido Revolucionario”.

En abril del propio año, el Delegado del PRC había expresado su dicha tras el desembarco en la costa oriental de la Isla, cuyos montes y montañas vibraban desde el 24 de febrero por la nueva clarinada en la contienda contra el colonialismo español.

 Una nueva etapa en el camino por la libertad se había iniciado, gracias a los ingentes esfuerzos por difundir y organizar el proyecto de la Guerra Necesaria y unir a los experimentados mambises con los pinos nuevos ansiosos de darlo todo por la Revolución.

La histórica carta que amplió concepción martiana sobre cómo debían organizarse las estructuras de poder de la Revolución fue interrumpida el 18 de mayo por la llegada del general Bartolomé Masó a la zona del campamento de Dos Ríos.

Al día siguiente, la tranquilidad del campamento se altera por el aviso de la presencia de fuerzas españolas. Comienza el combate y Martí se suma en una infausta carga contra las líneas enemigas. Cae de cara al sol, en la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre.

La carta inconclusa fue encontrada por soldados españoles junto a otros documentos cuando registran los bolsillos de la chaqueta del cadáver de Martí y luego la entregaron al jefe de la columna ibérica, coronel José Ximénez de Sandoval.

Gonzalo de Quesada y Aróstegui incluyó la misiva en la primera edición de las obras de Martí, a inicios del siglo XX, tomándola del facsímil que, a su vez, había reproducido el oficial y escritor español Enrique Ubieta en su libro cronológico sobre la Revolución Cubana. Su original se considera hoy desaparecido.

Tras la muerte del líder revolucionario prosiguió a sangre y fuego la lucha independentista, sin embargo, los objetivos fueron truncados precisamente por la intervención yanqui en el desenlace de la contienda.

Faltaría un largo camino por recorrer hasta el 1 de enero de 1959, cuando el triunfo de la Revolución popular y antiimperialista cubana. Desde entonces hemos emprendido un tortuoso camino enfrentado con la honda de David al monstruo presagiado por José Martí.

Hoy los hombres y mujeres de la Mayor de las Antillas completan el texto de la carta–testamento inspirados en la enseñanza de patriotismo, honor y dignidad humana, al asumir de quehacer económico, social y político de la sociedad socialista y también al enfrentar cualquier contingencia inhumana, irrespetuosa a nuestra forma de pensar por un mundo posible, o de las adversidades de la naturaleza.

 

Fuentes:

www.somosjovenes.co.cu

www.lajiribilla.co.cu

narciso.bloguea.cu

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