Lo sacaron del camino y en la historia lo sembraron…

Su presencia constituía  un obstáculo insalvable y fue ordenado desde un oscuro lugar la orden de asesinato del valeroso trabajador de la tierra. El 20 de octubre de 1948 se consumó el crimen, un crimen que quedó sin castigo para sus autores  intelectuales pagaron buenas sumas de dinero para la defensa de los matones, que salieron absueltos. Tan pronto se supo de la muerte del líder agrario, Sabino Pupo Milián, los obreros y simpatizantes con la causa del campesinado se movilizaron para trasladar su cuerpo inerte hasta el local del Sindicato de los Marinos, desde donde el pueblo acompañó sus restos hasta el cementerio de la localidad de Nuevitas al norte de la provincia de Camagüey.

Sabino Pupo había llegado con su familia a la zona de Camalote en 1943, procedente de Las Tunas. Allí organizó a los campesinos precaristas para enfrentar los desalojos de sus tierras realengas y resistió con el resto de los miembros de la Asociación Campesina que dirigía, las maniobras y amenazas que ponía en práctica la “Manatí Sugar Company” para expulsarlos de aquellas tierras.

Era uno de los más prestigiosos dirigentes campesinos de Camagüey en la década de los 40. Los representantes de la compañía norteamericana le llegó a ofrecer e un cheque en blanco para que pusiera la cantidad por la cual estaba dispuesto a abandonar la lucha, sin embargo, la respuesta de aquel hombre respondió que: “No existe dinero para comprar la vergüenza del campesino”.

No conformes insistieron en las ofertas y le prometieron entregarle 50 caballerías de tierra como precio de su traición, a lo cual contestó: “Si me entregan el mismo central Manatí, no lo cambio por el prestigio mío y de mi familia ni el derecho de los campesinos a la tierra”.

Lo sacaron del camino y en la historia lo sembraron…

Herederos de los ideales de Sabino Pupo, los campesinos de Camalote priorizan las plantaciones de ciclo corto, vitales para garantizar la alimentación del pueblo.

 

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