Anchinalu, etiocubanos y Fidel

Regularmente recibo correos electrónicos Anchinalu Mekonnen, quien se siente en su corazón tan etíope como cubana. En la conmemoración del natalicio 92 del Comandante en Jefe Fidel Castro, el mensaje confirmó esa idea:

«Soy la fruta de esa maravilla de Universidad (Ignacio Agramonte). Me hicieron una gran profesional mis profes queridos. Tengo un gran honor y orgullo a todo el valiente pueblo cubano y Fidel. No es solo yo,  éramos mucho de diferentes países del mundo que pasamos por Cuba con diferentes profesiones y estamos sirviendo a nuestro país y al mundo con gran orgullo y agradeciendo a esta pequeña isla que tiene » UN GRAN CORAZON » pues ningún país rico del mundo no ha dado ni un pedazo. Tenemos deuda con el pueblo cubano».

Hay dos cosas que durante años he apreciado de los etíopes que conocí personalmente y de los que constantemente consulto referencias: su valentía y la estrecha amistad  a toda prueba con los hijos e hijas de la isla antillana.

Entre  los años1977 y 1978 Etiophia enfrenta una invasión de Somalia. En la denominada Guerra de Ogadén, el vecino país del llamado “Cuerno Africano” empleaba una supremacía de medios blindados, artillería, apoyo aéreo y fuerzas de infantería, por lo que penetró rápidamente en el territorio  respaldado por potencias occidentales, entre ellos Estados Unidos.

Etiopía era el único país africano que nunca fue colonizado. En la década del treinta había vencido al fascismo italiano y más de cuarenta años después nuevamente, debía enfrentar una seria amenaza a su integridad territorial y cambios en el sistema social, tras la derrota del emperador Haile Selassie.

Miles de combatientes internacionalistas cubanos marcharon masivamente en respuesta a la solicitud de las autoridades etíopes. En operaciones combinadas de las fuerzas armadas de ambos países en un plazo de siete semanas fueron expulsados los somalíes. El 25 de noviembre de 1977, el Comandante en Jefe Fidel Castro, dando respuesta positiva a la solicitud de las autoridades etíopes, firmó la orden que autorizaba la participación de las tropas cubanas en el enfrentamiento a la agresión somalí contra Etiopía. Fidel en mensaje de su puño y letra al entonces Ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro, escribió: “La Operación Internacionalista de apoyo a Etiopía recibirá el nombre de Baraguá, como digno homenaje al glorioso hecho cuyo centenario conmemoraremos el próximo año”.

Pero la colaboración no se limitó con la victoria en marzo de 1978 pues continuó la llegada de médicos y otros profesionales para ayudar al pueblo etíope. Fruto de esta alianza, los niños etíopes huérfanos de la guerra con Somalia fueron enviados a la isla caribeña a estudiar y formarse. Son los conocidos como etiocubanos, dado el compromiso con Cuba.

En 1978 y 1979, salieron del país dos barcos repletos de niños: «Como mínimo se habla de 5.000 etíopes educados en Cuba», cifran Asha Miró y Rediet Senbet, en el libro «Los rastros de sándalo».

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