Ganadería, la urgente necesidad de acción

Hasta el más lerdo de mis lectores entendería muy fácilmente las limitaciones que no solo durante el 2014 y el actual 2015, sino a lo largo de más de medio siglo, ha experimentado el país en todos los sectores y como es lógico, también en la producción de leche y carne de vacunos.
También es una verdad como un templo que las sucesivas temporadas de sequía han  puesto en crítica situación las fuentes de abasto de agua y los pastizales, de por sí mermados los últimos por el constante acecho del espinoso marabú, que aún cubre miles y miles de hectáreas de suelos fértiles.
Sin embargo, cuesta creer que los ganaderos por excelencia en la mayor de las Antillas, esos que inscribieron su oficio-arte con letras doradas en el libro de las más ilustres tradiciones del archipiélago, dejen de entregar cada día decenas de miles de litros de leche, que por supuesto, no van a parar a niños, ancianos y enfermos y acrecientan la deuda del territorio con el llamado balance nacional.
La carencia de recursos, una explicación ya tan llevada y traída que se asemeja mucho a las justificaciones, cubre un amplio espectro dentro de las numerosas necesidades que amenazan la cotidianidad de los cubanos, y es bien cierto que escasean el combustible, los tractores y demás equipos para preparar el terreno, el líquido para eliminar malezas y una larga lista que casi todos conocemos y que incluye desde alicates hasta guantes y machetes.
Más de una vaquería tiene los techos en pésimo estado, los caminos por los que transitan los camiones de recogida abundan en baches y lodazales cuando llueve, y el piso de las casas de ordeño en ocasiones es de tierra.
Pero nada tiene que ver lo anterior con el desvío de leche, la indisciplina tecnológica, el mal manejo del rebaño, la falta de higiene en el ordeño, la frecuente negativa a inseminar los animales, y la ausencia  de alimentos en los meses duros de sequía, por una inexplicable resistencia de algunos a sembrar plantas forrajeras en mínimas áreas, muy cerca de la propia casa del vaquero.
Aunque Camagüey es la mayor  productora de leche y carne del país, y se mantienen los niveles habituales en la distribución de leche a los sectores de la población que la consumen, es preciso atender aspectos tan esenciales como la reproducción, la base de todo buen proyecto pecuario.
Cada celo perdido, cada vaca no gestada, es un factor que apunta peligrosamente a un futuro incierto: la disminución gradual del rebaño, a lo que es necesario añadir aquellas fincas en las que a un solo semental, de menos que mediana calidad,  se destinan 30 y aún 40 hembras en reproducción, lo que es igual a hijos y nietos con deplorables condiciones físicas y genéticas.
Ganaderos hay en esta provincia con excelentes resultados en gestación, nacimientos, cumplimiento del plan de entrega de leche y reducción hasta nivel cero de la mortalidad de los bovinos, y esos ejemplos pueden hallarse tanto en el sector estatal como en el cooperativo y campesino, víctimas al igual que el resto, de los mismos problemas económicos,  de recursos y climatológicos.
¿Es tan difícil imitar esos ejemplos? ¿Es que cuentan estos referentes con varitas mágicas, o canales extra-terrestres por donde les llegan los recursos de que adolece el país? ¿Les cae a sus potreros y aguadas esa lluvia que a otros natura les niega?
¿O acaso, son más sabios que el resto de los involucrados en esta tarea tan hermosa como difícil?
Obviamente la respuesta es NO, sencillamente su dedicación, su respeto por sí mismos y por su palabra empeñada, su compromiso con una tradición que se remonta a siglos de buen hacer sobre un caballo, su amor al trabajo y su apego por lo mejor de la sabiduría campesina, unido a lo que dictan la ciencia y la técnica, son elementos todos que logran lo que para algunos timoratos e indolentes pudiera parecer milagro.
No es tarde para un momento de reflexión sobre el tema, para que lo que resta del 2015 y los años venideros, sean un espacio seguro para la aplicación de estas verdades allí, sobre el terreno, que es donde cada cual  decide el final de la carrera.