El 45

Desconozco los entresijos (por demás complejos) de un juego tan difundido en muchos países como la charada, al que los cubanos llamamos ¨la bolita¨, y que consiste en apostar a un número que de acuerdo con una lista especial tiene uno o varios significados; si el afortunado acierta, gana determinada cantidad de dinero, aunque lo que ocurre con más frecuencia es que los incautos pierdan la cifra depositada.

Y coincidencias de la vida, el número 45 significa presidente, algo que el día de hoy tiene un tinte especial, porque asume el poder el norteamericano electo como cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos.

Llevados y traídos son sus discursos electorales, tanto como sus fracasos o aciertos en calidad de orador, sus pronunciamientos anti-inmigrantes y la más que controvertida idea de construir un muro fronterizo con México, al estilo más puro de la muralla china, y que por demás deberán costear los hijos de la patria de Juárez.

Pero más allá de esos tópicos que pudieran motivar infinitos análisis, es preciso reconocer que además del dinero y de la propaganda, debe tener una buena dosis de inteligencia quien derrotó en una campaña por la presidencia nada menos que a Hillary Clinton, una avezada luchadora en esas lides.

Y ello a pesar de que la ex primera dama estuvo respaldada decididamente por el Partido Demócrata, mientras al carismático Donald no lo querían ni sus propios correligionarios del republicanismo.

Tema tan trascendente como las relaciones con Cuba adquirieron nuevos matices durante las postrimerías del mandato de Obama, situación que se tradujo en alguna que otra medida encaminada a flexibilizar la situación, aunque continúa con toda fuerza el bloqueo y permanece ilegalmente ocupada una parte del territorio nacional.

No existen indicios confiables de que Trump desbarate como elefante en cristalería lo que tanto costó materializar, como tampoco pueden lanzarse al viento loas por una hipotética y pronta solución de añejos problemas.

Esperar, esa es la clave, y ser objetivos en cualquier análisis que inexorablemente deberá sustentarse en la proyección del nuevo presidente de los halcones, siempre a partir de una premisa: quienquiera que ocupe la silla principal de la Casa Blanca responde a muchos intereses que, por supuesto, no son los de una pequeña isla caribeña.

Y entre tantos factores que pudieran influir figura en sitio relevante la posibilidad de realizar negocios con la isla, algo que han desaprovechado los vecinos del norte durante más de medio siglo, y que estoy seguro pesaría en cualquier decisión.

Sin embargo, cautela es la palabra de orden, porque aunque 45 significa presidente en la charada, recordemos que ese fue también el calibre de los revólveres con los que los rubios cow boys exterminaron a los legítimos pobladores de las grandes praderas norteamericanas.