Del páramo a la sabana productiva

Aquel Camagüey –ya resulta lejano en el tiempo—era un páramo, con todo el desamparo que puede provocar una explotación irracional y el sacrificio de las posibilidades agrícolas.

En esta provincia se manifestó más que en ninguna otra el latifundio azucarero y se vivía al ritmo del mercado. Atadas de pies y manos, la ganadería y la agricultura se relegaban a segundos planos, aún cuando la propaganda burguesa difundía la imagen de un “cuerno de la abundancia” del cual emergían frutas, viandas, hortalizas, vacas…

I
La “Manatí Sugar Company”, “The Francisco Sugar Company”, “Baraguá Sugar Status”, “Vertientes –Camagüey Sugar Co.”, y otras doce compañías controlaban los 24 ingenios azucareros en la antigua provincia y poseían 45 mil 191 caballerías de tierra.

El resto eran enormes extensiones de terreno baldío, infestado de monte y manigua, verdaderos feudos donde los señores eran dueños de hacienda –17 poseían el 25 por ciento de la tierra– y del destino de campesinos, arrendatarios, aparceros o precaristas.

La Revolución propugnó desde un inicio la necesaria transformación agraria. El 17 de mayo de 1959, la primera Ley de Reforma Agraria (abarcaba a propiedades mayores de 30 caballerías) abarcó una superficie de 62 mil 279 caballerías. Con la segunda y definitiva, en 1963, pasaron a la propiedad social dos mil 190 fincas.

II
Las familias campesinas vieron surgir a su alrededor y no por arte de magia, sino a costa de sudor y esfuerzos, apreciables cantidades de tierra que eran desmontadas con el fin de fomentar pastos de mayor rendimiento para la ganadería, se multiplicaba la presencia de tractores y equipos en el desarrollo de las producciones arroceras en la franja sur de la provincia y citrícolas entre la costa norte y la Sierra de Cubitas, además de otros reglones agropecuarios.

Los bohíos de piso de tierra se convirtieron en confortables viviendas, en tanto para las nuevas generaciones de los hombres y mujeres del campo se ampliaron los horizontes y se convertían en técnicos, ingenieros o en otras profesiones.

La medicina veterinaria –apenas existía una decena en la provincia, al aplicarse la Reforma Agraria–, la sanidad vegetal, análisis de los suelos, el empleo de la fertilización, para cuyo fin se construyó una fábrica en Nuevitas, reflejaron el avance impetuoso de la revolución científico – técnica.

Las formas de propiedad de la tierra eran diversas y con una tendencia a perfeccionar su gestión desde las fincas privadas, las asociaciones hasta las cooperativas. A la par, el Estado fundaba granjas y empresas, como por ejemplo al este de la provincia surgió el “Rectángulo de Ceba” que esparció instalaciones, sistemas de cría de ganado, embalses de agua por toda la región que ocupa actualmente el municipio de Guáimaro.

Entre este gigante productor de carne vacuna y la ciudad de Camagüey se crearon seis entidades estatales para la producción lechera enclavadas en las tierras de Jimaguayú, Najasa, Sibanicú y alrededores de la capital provincial, en una especie de gran herradura. Una de las principales características era la moderna tecnología en el ordeño, edificaciones pecuarias y los pastoreos.

El éxito de la producción de carne y leche vacuna hasta el año 1989 tenía en Camagüey uno de los principales referenciales.

III
El desmoronamiento del campo socialista tuvo su efecto en la economía cubana. El Período Especial en tiempo de paz impactó de lleno en la agricultura camagüeyana, que quedó desprovista de insumos, carecían los instrumentos de trabajo, y otros aseguramientos para garantizar las distintas producciones. El marabú señoreó en los campos y fue deprimida la infraestructura estatal.

Más de un cuarto de siglo se trabajó en las condiciones de supervivencia de ese renglón primordial de la economía camagüeyana, afectada además por el recrudecimiento del bloqueo económico impuesto a nuestro país.

No fue hasta el año 2013 que se vio la luz en el fondo del túnel. A punta de machete se desmotaron áreas de marabú. Comenzaron gradualmente a dar resultados el rescate del prestigio de mayores productores contra una lucha desigual en la ganadería. Los medios de difusión masiva anunciaban la rehabilitación de más de 300 vaquerías, entre ellas la primera inaugurada por Fidel en la provincia. Junto a las mejoras para la producción leche, entre ellas los tanques de enfriamiento, también en la Empresa Agropecuaria Rectángulo, la mayor de su tipo en Cuba, se llevaba a cabo un programa para restablecer la ceba de toros.

Ambos objetivos presuponen inversiones multimillonarias en moneda nacional y divisas, pero se hace camino al andar.

En los resultados agropecuarios recientes, el sector cooperativo campesino es responsable ahora de la mayor parte de la producción lechera de la provincia, con más de 68 millones de litros entregados a la industria durante 2016. Igualmente, aportaron 349 toneladas de carne de ovino-caprino, más de 800 toneladas de carne de cerdo y mil toneladas de viandas, frutas y granos.

IV
En momentos de recuperación resulta alentador el mensaje enviado por Fidel a Jorge Luis Tapia Fonseca, primer secretario del Partido en la provincia, el 27 de agosto de 2014:

“Me agrada mucho la idea de que la provincia de Camagüey vuelva a ser la provincia que más leche y carne produzca en el país, aún con mucho menos superficie que antes de ser una de las dos provincias creadas por la Revolución en el este del país (…).

De los 15 000 kilómetros cuadrados que aún le quedan a la tierra de Ignacio Agra¬monte, añade, saldrán las riquezas que convertirán a Camagüey en un modelo de la nueva Cuba, con el desarrollo agrícola e in¬dustrial que tanto el pueblo de Cuba como el de esa provincia puede y debe alcanzar”.

Fuentes:
–Ensayo “Del páramo a la sabana productiva” del propio autor con materiales informativos de Bohemia

–Informaciones de Radio Cadena Agramonte y Televisión Camagüey