Boceto de un cuadro colosal: Primero de Mayo en la Plaza

¨Primero de mayo, día del trabajo, dame tu mano, trabajador… unidos todos codo con codo, ya dirigimos nuestra nación…¨

Así rezan algunas de las estrofas del himno que desde pequeño escuché cantaban los mayores, transmitía incansablemente la radio y resonaba en las plazas por los altoparlantes y por miles de garantas enronquecidas y victoriosas.

Canto feliz, que habla de la fiesta del mundo, porque no de otra forma pueden recordarse los mártires de Chicago, quienes para muchos abrieron el camino, pero que para otros, millones, todavía es un llamado a la lucha por la justicia y la igualdad.

Hace solo unas horas pregunté a una pequeña de solo seis años: ¨ ¿Vas a desfilar el Primero de Mayo?¨ y luego del asentimiento volví a la carga: ¨ ¿Por qué?¨

Respuesta rápida con la voz, el ademán y el movimiento enfático de dos trenzas rubias:

¨Para cantar con papá y mamá y gritar Viva Fidel¨

Inocente expresión llena de ternura y amor ante la evocación del líder, y a la mente acude el esbozo de una imagen que se repite año tras año en esta fecha, en cientos de fotos que publican los diarios y las páginas web: rostros de niños que marchan sobre los hombros paternos, brazos en alto y como una luz brillando en el aire mañanero.

Vuelven a la memoria del redactor las estrofas del himno, que cierran con un llamado categórico y hoy más necesario que nunca: UNIDAD, UNIDAD, UNIDAD.

Bloques compactos, codo con codo, de obreros, intelectuales, campesinos, pioneros, maestros, ancianos, científicos, militares,  en la plaza,  convocados por el gesto altivo de Ignacio Agramonte, que se yergue como cuando encabezaba en la manigua una carga mambisa.

Ante la figura marmórea cada primero de mayo, cruza su pueblo enardecido que reclama, con firmeza y decisión, ocupar hoy y siempre, un sitio de honor allí donde el deber nos coloca en la trinchera de la patria, para forjar con la llama de su ejemplo, el tiempo de futuro.