Azúcar para crecer

El recuerdo de un viejo slogan de quizás cinco o seis décadas de antigüedad, aportó el título del presente trabajo, que pretende abordar algunos aspectos significativos del quehacer de los  miles de hombres y mujeres que en el campo o la industria, dan su aporte a la fabricación de esos dorados granos tan gratos al paladar como importantes para la economía.

Y es que Camagüey cuenta con una sólida historia azucarera, basta señalar que en la provincia se cuentan en más de MIL los trabajadores que acumulan 50 o más años de labor en ese sector.

A propósito del tema resulta llamativo un dato: Cuba es el primer país en el mundo por el tiempo de permanencia en puestos de trabajo de la otrora llamada primera industria, dado que fue durante décadas la locomotora que movió la economía de la mayor de las Antillas.

Precisamente de la experiencia de esos obreros, técnicos y especialistas es necesario nutrir las filas de los jóvenes que recién llegan a los centrales o a las unidades agrícolas encargadas de sembrar y cosechar la caña; de la calidad de esa transferencia de conocimientos y actitudes, mucho dependerán los resultados de esta esfera productiva.

Ejemplos hay en el territorio camagüeyano para probar que es posible alcanzar niveles altos de eficiencia, a pesar de las dificultades materiales y climatológicas por todos conocidas;  por citar un caso, el pequeño ingenio Siboney, del municipio de Sibanicú, figura entre los más estables del país y cada año concluye entre los primeros en cumplir su plan de azúcar.

Desde su primera zafra, en 1924, esta industria solo ha tenido dos arrancadas tardías: la primera cuanto azotó a Cuba el huracán de 1932, y la segunda en 2008, cuando Ike causó estragos de consideración a su paso por la isla, y siempre ha logrado satisfacer sus compromisos de entrega del dulce producto.

Para la molida que se avecina, los camagüeyanos tendremos una gran alegría: la incorporación del antiguo coloso Panamá, en el municipio  de Vertientes, que reiniciaría sus operaciones luego de varios años parado; claro que el volumen que aportará al programa provincial en esta ocasión será pequeño, pero mostrará que puede contarse con su colectivo para próximos empeños.

En enero, cuando el pitazo de arrancada estremezca las calles de la sureña localidad, será como cuando se materializa el regreso de un ser querido, o como cuando ya en la vejez visitamos la antigua casa donde nacimos… algo como volver a vivir una hermosa historia, en este caso de trabajo y tradición.