¿Vacuna contra la indisciplina?

Como todo el mundo conoce, y para bien de muchas, muchísimas personas, el desarrollo del candidato vacunal cubano contra la Covid 19 marcha de manera satisfactoria, una realidad incuestionable que reafirma a la isla como un país donde, a pesar de carencias sin límite, la ciencia ocupa un sitio de prioridad.

Y para los lentos de pensamiento, aquí va una pregunta: ¿Cuántos países pequeños, con escasos recursos naturales, bloqueados de manera criminal durante más de medio siglo, por una potencia, podrían alcanzar un desarrollo similar en las investigaciones y la farmacología?

El Gobierno y el Sistema de Saluden la mayor de las Antillas, fueron previsores, organizados, diáfanos en el enfrentamiento a la pandemia, y volcaron en esa dirección un esfuerzo descomunal, como puede apreciarse en las ¨curvas¨ de comportamiento de la enfermedad que diariamente se dan a conocer a través de los medios de comunicación.

Sin embargo, una incorrecta percepción del riesgo por parte de algunas personas irresponsables, dio un vuelco a la situación cuando parecía que el triunfo estaba al alcance de la mano.

Todavía, a pesar de las advertencias de la radio y la televisión, a pesar del arduo trabajo del personal de salud e incluso de la policía, muchos deambulan en la vía pública por el simple placer de caminar de un lugar a otro, no por necesidad, y sin usar debidamente la mascarilla o nasobuco, cuya efectividad se ha demostrado una y mil veces. Otros organizan fiestas, o reuniones de amigos, como si viviésemos tiempos normales.

Podrá contar el país con la vacuna, podrán hacerse miles de pesquisas, tomarse incontables muestras para analizar en los laboratorios especializados, pero es la actitud responsable la principal protección contra la pandemia.

Lamentablemente, contra la indisciplina y la necedad no hay antídoto.