Recurrentes al legado de Agramonte 

 Por estos días es recurrente para los hombres y mujeres de la provincia de Camagüey la sentencia “Con la vergüenza”, al enfrentar una nueva escalada agresiva del gobierno estadounidense con la aplicación extraterritorial del título III de la Ley Helms Burton contra el quehacer cotidiano de nuestro sistema social.

La frase tiene origen histórico, en momentos decisivos al inicio de la guerra independentista contra el colonialismo español (1868 – 1878), cuando Ignacio Agramonte Loynaz discute con un oficial inseguro por el futuro de la contienda:

¿No está viendo usted lo contrario todos los días? ¿Con qué recursos cuenta usted, General, para continuar la guerra?

Agramonte no demora su respuesta. Dice, rápido:

—Con la vergüenza.

Esta es una de las principales razones por las cuales los residentes en esta región centro oriental cubana se sienten orgullosos del gentilicio “agramontinos”, como reconocimiento al espíritu, ejemplo y extraordinarias virtudes del insigne patriota.

Hoy, 11 de mayo, todos rememoramos el 146 aniversario de su caída en combate frente a tropas españolas en el potrero de Jimaguayú, a una treintena de kilómetros al suroeste de la ciudad de Camagüey. Solo tenía 31 años cuando una bala mortal impactó su sien derecha.

El legado de Ignacio Agramonte, quien no abandonó en ningún momento el único camino decoroso en la lucha por la independencia de Cuba, es aprehendido en la actualidad para desafiar el ilegal engendro que motiva el recrudecimiento al bloqueo económico, sostenido por las distintas administraciones gubernamentales de los Estados Unidos y cuya eliminación respaldan191 países.

Para el pueblo cubano está clara la intención de asfixiar esta sociedad de todos y para bien de todos que cuánta sangre, sudor y lágrimas ha costado. En modo alguno funcionará esta agresión contra nuestra soberanía y las garantías a la inversión de buena fe extranjera, que tiene como pretexto compensar propiedades norteamericanas nacionalizadas por la Revolución.

Existen recursos jurídicos actualizados por el reciente perfeccionamiento de la Constitución cubana y las garantías de las leyes 118 sobre la inversión extranjera y la 80 que se refiere a la dignidad y soberanía cubanas.

Con el pensamiento preclaro de El Mayor –como aclamaban los insurrectos a Ignacio Agramonte— no hay espacio para la claudicación, los opositores furibundos y quienes desengavetan doctrinas para someter al pueblo con penurias económicas. Nos vamos a preparar consecuentemente para la peor variante.

 ¡Cuánta validez tiene en estos tiempos el fragmento de una carta que Manuel de Quesada le escribiera a Agramonte el 20 de enero de 1870!

« (…)  propenda a la unión de todos los cubanos (…) En fin, amigo mío, siga U. siendo el modelo de los jóvenes y la admiración de los viejos, y no dude que llegará a adquirir un nombre preclaro»

Recurrimos al legado de Agramonte en los esfuerzos para salir adelante, como siempre: !Con la vergüenza!.