La hora es solemne y decisiva.

En el 151 aniversario del inicio de la guerra de independencia que bajo el mando de Carlos Manuel de Céspedes removiera los cimientos del colonialismo español, los cubanos se disponen a otra jornada histórica en el perfeccionamiento de la sociedad socialista con una  nueva estructura y funciones del Estado y Gobierno.

En la mañana de este diez de octubre, en una sesión extraordinaria del Parlamento, serán elegidos los cargos de presidente, vicepresidente y secretario de la Asamblea Nacional del Poder Popular, demás miembros del Consejo de Estado, así como el presidente y vicepresidente de la República de Cuba.

 De esta manera se pondrá punto final al proceso electoral considerado tras la aprobación popular el pasado diez de abril de la nueva Constitución de la República de Cuba.

ARTÍCULO 1. Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva.

 El tema de la democracia en el sistema electoral cubano ha sido reiteradamente distorsionado por los poderes mediáticos y ciertos politólogos recalcitrantes, supuestamente independientes allende a los mares. En fin, son de los que  tiran piedras al vecino, cuando tienen tejado de vidrio.

Cierto que nuestra sociedad no es perfecta – aunque sea una perogrullada-, pero sin dudas perfectible, tal como también se avala en la dialéctica de los procesos eleccionarios, que tuvieron su punto de partida en el año 1976, estableciendo el derecho al voto de todos los cubanos y cubanas mayores de 16 años, sin distinción de  color de la piel, credo político o religioso. La inscripción es universal, automática y gratuita.

En 1992, una nueva ley estableció el voto directo y secreto de toda la población en las elecciones provinciales y nacionales. De esta forma, en febrero del año siguiente Fidel Castro fue uno de los 589 candidatos a diputados en las elecciones generales, a las que acudió a las urnas el 97 por ciento del padrón electoral.

La principal característica es que los candidatos se proponen a mano alzada en reuniones de vecinos en barrios y comunidades rurales entre aquellas personas que consideran con capacidad de trabajo, comunicación con las masas y liderazgo.

  Estamos aquí, en otro amanecer cubano, con los deseos de sortear cualquier viento o marea en contra y seguir montado en esta nave de todos y para bien de todos.

 (Ilustración tomada de Twitter radio Mayabeque)