Control y combustible

Javier, es un joven camagüeyano que se dedica a “botear”. Tiene un camión particular con el cual viaja al municipio de Vertientes.

«Antes ganaba más, pero ahora se ha puesto duro el tema combustible–comenta– En los Cupet está caro, por lo que hay que buscarlo en la calle».

Las indisciplinas en la comercialización de combustible, tanto diesel como gasolina, es un fenómeno de tendencia creciente, que a muchos les facilita la vida. Sin embargo, y al margen de tales “ventajas”, ese es un comercio basado en el robo de recursos que originalmente se destinaron a otros fines de mayor interés social, como el transporte o la producción de alimentos. O sea, el beneficio de unos pocos se logra a partir de la afectación de muchos.

Y SIN EMBARGO SE MUEVEN

En la Oficina Nacional para el Uso Racional de la Energía (Onure) en Camagüey tenemos una opción para demostrar el robo de combustible, y es través de los datos de ventas a vehículos particulares en los servicentros. Por ejemplo, el promedio del mes de marzo osciló por los 169 litros diarios, los cuales al dividirlos entre los 382 carros que poseen patente de transportistas que consumen diesel y se dedican a botear nos indica que cada uno consumió menos de medio litro”, explicó Roberto Escalona Durán, director de fiscalización de la oficina.

La sustracción ilegal de combustibles de las empresas es una realidad desde hace años, por lo que durante el último lustro se han tomado medidas más drásticas. Dentro de los programas en pos de un mejor dominio en el uso del combustible está el papel de la Onure, junto al “Manual para el control de los portadores energéticos” que intenta educar a las entidades en el autocontrol de sus recursos.

Según argumentó Escalona Durán el texto fue discutido en todos los centros de trabajo del territorio, ubicando en primer lugar al autocontrol como la base de la eficiencia.

 “Los inspectores realizan visitas periódicamente, pero es la empresa la que puede hacerlo diariamente y así autoayudarse”.

EJEMPLOS CON PROBLEMAS

La Onure durante el mes de marzo realizó inspecciones en 53 empresas camagüeyanas y de ellas 10 salieron deficientes como la Empresa Provincial de Acueducto y Alcantarillado, que a pesar de tener orquestado un buen sistema de autocontrol, no logran controlarlo.

Manuel Estévez Quesada, encargado de la dirección interna de esta entidad explica que el problema radica en las distancias que deben recorrer los carros fosas para botar los desechos humanos:

“Cuando nos recortaron la cantidad de combustible supimos que se debían cambiar los puntos de vertimiento, pero hasta esta fecha el Citma no nos ha certificado nuevas fosas de desagües y las distancias que tenemos que recorrer no se corresponden con lo previsto y se disparan los índices de consumo.

Entonces la solución es reducir las extracciones y evacuaciones de las fosas y priorizar las que son positivas a larvas de mosquitos Aedes aegypti u otro transmisor. Esto provoca que el ciclo de evacuación se alargue y aumenten las quejas de la población”.

Más, esto no es la generalidad y en otras empresas impera el deseo de autocomplacencia y permiten hojas de ruta mal llenadas o análisis de eficiencia de los equipos muy mal ejecutados. Además, cuando deberían aplicar medidas drásticas ante la pérdida de grandes cantidades de combustible, la solución es una sencilla amonestación pública.

¿Acaso es esta la mejor opción para corregir lo mal echo? La culpa no siempre puede ser de la vaca y ya va siendo hora de ajustar bien las cuentas y destruir de raíz el problema.