55 años con la administración del pueblo

Por estos días en que existe la posibilidad más o menos cercana, pero cierta,  de un restablecimiento de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, conviene refrescar en la memoria aspectos que han marcado de manera singular la historia económica de la isla.

En agosto de 1960, hace 55 años, el Comandante en Jefe Fidel Castro daba a conocer la nacionalización de 26 grandes empresas norteamericanas, además de 36 centrales azucareros y las compañías de electricidad y teléfonos.

Pocos días después, pasaba a ser administrada por el Estado Revolucionario la planta de níquel de Moa.
Y no puede pensarse en tales sucesos, como simples medida tomadas al azar por el joven gobierno, ni en burdas venganzas por lo que ya en fecha tan temprana se avizoraba como una terrible guerra económica librada por la mayor potencia contra una minúscula república, a la que se amenazaba además con la intervención militar.

Según una práctica seguida por las autoridades cubanas desde los mismos tiempos de la lucha en la Sierra Maestra, toda acción se apegaba de manera estricta e inequívoca a los principios y normas que establece el Derecho.

Es conveniente recordar que en febrero de 1959, se conoció que los bancos estadounidenses recibieron 420 millones de dólares depositados por el dictador Fulgencio Batista y sus principales colaboradores, quienes escaparon de la mayor de las Antillas para evitar el enjuiciamiento por sus numerosos delitos.

Tan elevada cifra procedía por supuesto, de las saqueadas arcas del país que días después, vio denegada la solicitud de una modesta suma a título de crédito, para rescatar la economía nacional.

Ese fue el comienzo de una larga lista de acciones de los sucesivos gobiernos de la potencia norteña, para cumplir aquel designio de doblegar a todo un pueblo, con presiones económicas que devinieron en el bloqueo más prolongado de la historia.

La supresión de la cuota azucarera, la reducción de los envíos de combustible, y muchas más, hasta la ruptura de relaciones diplomáticas, en enero de 1961, y en abril tuvo lugar la invasión mercenaria por Playa Girón, derrotada en menos de 72 horas por los cubanos.

Con limitaciones propias de la realidad actual, pero con la determinación de ser dignos y libres hasta las últimas consecuencias, los hijos de esta tierra, desde el primer obrero del níquel hasta el último torcedor de tabacos de Pinar del Rio, dan con su diario quehacer el más cabal respaldo a aquel proyecto que se comenzó a construir en enero del 59, pero que se gestó en los días inolvidables del manuscrito de La Historia Me Absolverá.