Camagüey en la cultura nacional

 Es indiscutible la prominencia del Camagüey en la cultura nacional, a  las puertas de sus 505 años de fundada, en el segmento más antiguo de la ciudad, resaltan con más vigor algunas de esas peculiaridades, la mayoría motivo para el justificado orgullo de los lugareños.

Entre las más reconocidas y difundidas, se encuentra el carácter de la localidad como cuna de la Literatura en la Isla. En 1608 , el escribano de la villa, Don Silvestre de Balboa Troya y Quesada, concibió el primer poema escrito en la Mayor de las Antillas, al cual denominó Espejo de Paciencia.

Su carácter épico se refiere al secuestro del obispo Juan de las Cabezas y Altamirano por el corsario Gilberto Girón, acción que concluyó con el rescate del prelado por los bayameses y la muerte del bandido.

En la otrora villa de Santa María del Puerto del Principe, nació uno de los médicos más ilustres del mundo, el doctor Carlos Juan Finlay, descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, un verdadero azote para la humanidad.

Foto: Tomada de Portal Puerto Príncipe

No obstante, hay otros sucesos, quizás no tan sobresalientes como el anterior, pero sí sumamente curiosos y poco conocidos, vinculados con esta noble profesión. Entre ellos se encuentra la alusión al médico chino que dio origen a una de las frases más utilizadas por los criollos y que expresa: “A ese no lo salva ni el médico chino”.

Pues bien, tan ilustre galeno asiático, el doctor Siam, desempeñó sus funciones en la villa principeña,  señalan estudiosos del tema, como el desaparecido historiador Silvio Betancourt, que en los archivos de la antigua Parroquial Mayor, se encuentra la corroboración de que fue convertido al catolicismo y bautizado con el nombre de Juan de Dios Siam.

Constituyó su familia en la villa, donde laboró en el Hospital de San Juan de Dios junto al ilustre y benemérito Padre Olallo.  

Solidario y solícito, el médico chino, ofreció sus conocimientos acerca del uso de hojas, raíces y tallos para combatir enfermedades o dolencias y desempeñó un papel verdaderamente heroico durante la terrible epidemia de cólera que asoló al Camagüey. Tan efectivo fue su hacer, que inspiró entre sus coetáneos la expresión antes mencionada.

Otro elemento patrimonial sumamente interesante resulta que en la villa residió el doctor Francisco Antonmarchi, médico de cabecera del emperador Napoleón Bonaparte.

Nacido en Córcega, ejerció su profesión en Polonia, Italia y Francia. Llegó a Puerto Príncipe, donde se alojó en la casa del escribano de Cámara, Don Ignacio Escoto a quien, en agradecimiento regaló un mechón del pelo de Napoleón, además de un fragmento del paño mortuorio sobre el cual reposó su cadáver en la isla de Santa Elena.
 
Otros hechos que dan realce al devenir camagüeyano, es que la ciudad posee el cementerio en funciones más antiguo de Cuba, inaugurado el 3 de mayo de 1814, y la radicación en la localidad de la Real Audiencia creada en La Española, actual Santo Domingo.

Foto: Tomada de Radio Cadena Agramonte

Al perder la metrópoli esa posesión, que pasó a Francia, la Audiencia, la más antigua de Hispanoamérica, fue trasladada a Puerto Príncipe y ubicada en el antiguo colegio de los Padres Jesuitas. Desde hace más de 200 años, aún radican allí los órganos encargados de impartir justicia.

Las autoridades españolas intentaron llamar a la villa sólo como “El Príncipe”, dada su lejanía de las costas donde se fundara la comunidad que va en pos de sus 505 años de fértil estar en el tiempo, abonado con hechos que constituyen sólo un grano de arena en la mar de acontecimientos que alimentan la natural personalidad y el notable orgullo de los nacidos en Camagüey.