Cuidar con rigor para no tener que lamentar

No puede haber paños tibios. La impunidad, las actitudes permisivas, la asimilación de lo mal hecho como un error o un desconocimiento, pueden ser, sin lugar a duda, peligrosos detonantes para graves consecuencias en medio del complejo escenario epidemiológico que enfrenta el mundo, a partir de la propagación de lo que ya se considera una de las peores pandemias vividas por la humanidad en los últimos cien años. 

De manera pertinente, ordenada y con probada eficacia, el Estado cubano ha puesto en marcha su plan de enfrentamiento, acorde a las particularidades del país, y sobre la base de innegables fortalezas: voluntad política, un extraordinario sistema de Salud Pública, economía planificada y la estructura y concepción de la Defensa Civil. Ello implica la imbricación de todos los factores de la sociedad para llevar a vías de hecho las medidas correspondientes y garantizar su cumplimiento, con orden y de manera colegiada, para hacer un uso objetivo de los recursos de que dispone el país sin olvidar, que aun pandemia de por medio, seguimos bloqueados y asediados económicamente.

Esto significa que cada día, comenzando por la más alta dirección del país, miles de seres humanos se desvelan, para mantener la vitalidad de los servicios; para que sean sostenibles las garantías que, en materia de derechos, disfrutamos los cubanos, y para disminuir, en la medida de lo posible, el impacto severo que ha tenido la pandemia en la economía mundial y la nuestra, que no es la excepción.

En medio del batallar incesante para proteger la vida de más de 11 millones de personas, hay que pensar en cómo garantizar los insumos del sistema de Salud, en la producción de alimentos, en el funcionamiento de la industria nacional y en la manera en que, como nación, contribuimos al esfuerzo internacional por hacer frente al nuevo coronavirus.

Supongo que nadie lo dude, pero no está de más recalcarlo: ¡es una tarea titánica!, que, por ende, no corresponde solo a las instituciones y estructuras del Estado, sino que involucra de manera activa y consciente a todo el pueblo.

Comparada la responsabilidad que llevan otros sobre sus hombros, la nuestra como ciudadanos no creo que sea tan difícil de asumir. Con una alta dosis de conciencia, percepción del riesgo real al que estamos expuestos, disciplina, y una conducta social coherente con los momentos que vivimos, es más que suficiente.

Por tanto, resulta inconcebible que en medio de tales circunstancias, a ciertas personas le falten los escrúpulos y, de manera deliberada, actúen en contra de lo que con mucho esfuerzo se ha logrado. Que quede claro, no hay magia en la contención que ha logrado Cuba hasta hoy de la propagación, sino un estricto seguimiento, un proceder riguroso y constante, y el empeño de caminar un paso por delante del nuevo coronavirus. Pero que nadie se equivoque, una enfermedad altamente contagiosa como la covid-19, puede encontrar rápidamente puertas de escape para estallar y, en nuestro caso, mucho incidirá la conducta humana para que eso no suceda.

Entonces, que nadie crea que tiene el derecho de subvertir el orden, de poner en riesgo la salud y la tranquilidad de los demás, porque también contamos con un sólido Código Penal, con órganos cuya función social y principal tarea en esta situación es velar porque se cumpla lo establecido, y como es lógico, se cuenta para ello con la combatividad del pueblo.

Tanto aquellos que infrinjan las medidas sanitarias, como los que pretendan lucrar con lo que a todos nos pertenece, o los que apelen al desorden para seguir el juego a quienes, aun en un momento tan sensible, se empeñan en desacreditar a nuestro sistema social, que no les quepa duda, deberán afrontar ante la Ley las consecuencias de sus actos.

Como lo ha dejado claro nuestro Presidente en la reunión que diariamente analiza la situación del país ante la pandemia, ya pasamos la etapa de educar, informar y persuadir, ahora, actuar con rigor, y hacer cumplir lo establecido, son garantías indispensables para el éxito de Cuba en esta singular batalla.

(Caricatura de opinión Martirena)